El anuncio hecho en campaña y después de su elección por parte del presidente de Colombia, Gustavo Petro, de que lo primero que plantearía el 7 de agosto sería la normalización de las relaciones consulares y diplomáticas con Venezuela, generó una amplia expectativa en Norte de Santander.
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Su llamada a Nicolás Maduro, días después, para hablar sobre la reapertura, aumentó las posibilidades de que los dos países hermanos pudieran retomar pronto el camino de la diplomacia, tras siete largos años de tensiones y relaciones rotas.
Muchos alcanzaron a imaginar, incluso, que a partir del 8 de agosto la vida en la frontera volvería a ser la de antes y que la añorada imagen de los carros cruzando de lado y lado por los puentes internacionales sería una realidad otra vez.
Sin embargo, regresar a aquella época no será cuestión de un día, como lo reconocen en el mismo gobierno, pese a los avances que se han alcanzado para retomar, principalmente, el camino del intercambio comercial en esta zona de frontera.
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En La Opinión conversamos con la excanciller María Ángela Holguín, el exdiplomático Carlos Gamboa Sus, y el director ejecutivo de la Oficina Regional de la Cámara Colombo Venezolana, Víctor Méndez, para saber qué es eso que está listo en el proceso, lo que sigue pendiente, pero podría avanzar pronto, y lo que definitivamente llevará más tiempo para lograr la esperada normalización. Aplicando el esquema del semáforo, así va el proceso:
Regreso del cuerpo diplomático y consular: semáforo en rojo
El pasado 28 de julio, en San Cristóbal, se dio el primer paso para la normalización de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, con el encuentro entre el designado canciller colombiano, Álvaro Leyva, y su homólogo venezolano, Carlos Faría.
La reanudación de los diálogos entre ambos países era una de las prioridades en el proceso de restablecimiento que prometió el presidente Gustavo Petro y que se espera le ponga fin a siete años de tensiones entre los dos países hermanos.
Tras esa primera reunión, las partes acordaron avanzar en una agenda de trabajo para la normalización gradual de las relaciones binacionales, a partir del 7 de agosto, con el nombramiento de embajadores y demás funcionarios diplomáticos y consulares.
Anoche se cumplió uno de esos compromisos, con la designación de los embajadores de ambos países por parte de los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro.
Aparte de las declaraciones del Ministro (D) frente al encuentro el día de hoy con el Gobernador del Táchira @FreddyBernal y el Canciller de la República Bolivariana de Venezuela @Fariacrt
— Álvaro Leyva Durán (@AlvaroLeyva) July 28, 2022
Agradecimiento a @teleSURtv de dónde se extrajo el fragmento publicado. pic.twitter.com/Baib10P9JA
Sin embargo, diferentes fuentes consultadas por La Opinión coinciden en que el retorno del servicio consular, que es uno de los aspectos más importantes, no será tan rápido como se podría estar pensando y, en cambio, sí demandará una considerable inversión, razón por la cual es una de las acciones que en estos momentos aparece en rojo, en el semáforo para el restablecimiento de las relaciones bilaterales.
Como se recuerda, en febrero de 2019, cuando Venezuela rompió relaciones con Colombia, el gobierno de Iván Duque retiró a todo el personal diplomático, consular y administrativo vinculado a la Embajada en Caracas y los 15 consulados que operaban en el vecino país, y que sumaban unos 89 funcionarios: 17 diplomáticos, 43 administrativos, 12 por contratación local, 13 asesores jurídicos y 4 asistentes sociales.
Desde entonces, las oficinas consulares fueron cerradas y los locales entregados, pues salvo la sede de Caracas, que era propia, las demás estaban en arriendo. Así las cosas, retomar el funcionamiento de toda esta estructura resultará dispendioso, pues prácticamente se requiere empezar de cero.
Laura Gil, quien fue líder del empalme en la Cancillería, anunció al término de ese proceso que la idea del nuevo gobierno sí es reabrir los consulados en Venezuela, aunque no precisó si serán todos o a cuáles le darían prioridad.
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No obstante, la ahora vicecanciller admitió que esta no sería una tarea fácil, pues implica tiempo y un dinero considerable. “De los 15 consulados, el Estado solo es propietario de la sede en Caracas, el resto fueron entregadas. Esto sí que es algo que tomará tiempo y plata porque si se hace la apertura total, han calculado costos por $26.000 millones″, manifestó Gil.
La funcionaria también hizo énfasis en la importancia de recuperar la información que hasta 2019 se tenía sobre los colombianos residentes en Venezuela, porque dijo que a pesar de ser un asunto fundamental, “no sabemos dónde están las listas; nos dicen que están en una bodega arrimada en Caracas, pero cuatro años después no sabemos en qué condiciones están y tenemos que actualizarlas. Es un proceso que va a requerir mucho trabajo, mucho compromiso y mucha plata”, sostuvo.
Reanudación del intercambio comercial: semáforo en rojo, amarillo y verde
Tal vez uno de los procesos en los que más se ha venido avanzando en los últimos meses en Norte de Santander y Táchira, es en el de la reanudación del intercambio comercial, con el fin de estar listos para cuando se dé vía libre al paso de mercancías por los puentes internacionales.
Al respecto, son varias las voces que están de acuerdo en que una vez se concrete la normalización de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, esta es la etapa que más rápido podría fluir, pues hay un alistamiento previo en diferentes frentes.
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Ese restablecimiento tiene un punto a favor y es el reciente nombramiento de Germán Umaña Mendoza como ministro de Comercio, pues es uno de los hombres que más ha trabajado de la mano con las fuerzas vivas de la región por la reapertura comercial.
Sobre lo que se ha hecho y lo que resta por hacer, Víctor Méndez, director ejecutivo de la Oficina Regional de la Cámara Colombo Venezolana, le explicó a La Opinión cuáles son esas tareas que están en fase de alistamiento, las demoradas y las que tienen luz verde.
Seguridad y defensa: semáforo en amarillo
Una de las tareas en las que se debe avanzar de manera prioritaria si se logra la esperada normalización de las relaciones entre Colombia y Venezuela, es la estructuración de una hoja de ruta para restablecer el orden en la frontera y arrebatarles los pasos ilegales a los grupos armados y delincuenciales que se fortalecieron allí tras el cierre de los puentes internacionales.
Para la excanciller María Ángela Holguín, este es uno de los acuerdos que se puede alcanzar más rápido en el proceso que está en marcha, si existe voluntad de ambas partes.
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Un primer mensaje en ese sentido lo lanzó el gobierno venezolano esta semana, luego de anunciar, por intermedio de su ministro de Defensa, Vladimir Padrino, el interés de entrar en contacto inmediato con su par colombiano, Iván Velásquez, para restablecer las relaciones militares, lo cual deja el semáforo en amarillo en esta materia.
De resultar fructífero ese encuentro y lograrse un verdadero compromiso entre las partes, la luz podría pasar a verde muy pronto, teniendo en cuenta que antes del rompimiento definitivo de las relaciones los dos países habían avanzado en una serie de acuerdos y compromisos que se podrían retomar una vez haya diálogo entre las autoridades militares y de policía de lado y lado.
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Carlos Gamboa Sus, quien fue ministro consejero de la Embajada de Colombia en Caracas hasta 2019, recuerda que algunos de esos compromisos apuntaban en las siguientes direcciones:
-Propuesta de protocolo frente a los grupos al margen de la ley en la zona de frontera.
-Manejo de incidentes fronterizos.
-Firma del memorando de cooperación bilateral en materia marítima y fluvial entre las Fuerzas Armadas de cada país, con el objetivo de combatir el contrabando. Ahora habría que incluir el narcotráfico.
-Reunión del comité técnico de lucha contra el contrabando y el comercio ilícito en la zona de frontera.
-Firma del memorando de entendimiento sobre minería ilegal.
Gamboa Sus considera, sin embargo, que los avances tanto en materia militar como comercial pasan, necesariamente, por la cooperación, la construcción de confianza y que los acuerdos trasciendan del papel a la acción.
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