Hace más de 60 años, las comunidades indígenas Kichwa e Inga salieron de sus territorios en el Ecuador y el Putumayo para llegar a Cúcuta, enfrentándose a un contexto desconocido y alejado de sus tradiciones.
Es por eso, que por varias décadas han trabajado para rescatar aquella cultura que con el paso del tiempo corren el riesgo de perder.
Entre esas tradiciones, se encuentra la medicina ancestral, una práctica en la que utilizan elementos brindados por la naturaleza para tratar enfermedades.
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La Opinión conversó con líderes indígenas de estas comunidades quienes se refirieron a su lucha por mantenerse en la capital nortesantandereana.
Los Kichwa y el cambio climático
Los Kichwa, que se asientan en un territorio ubicado al norte de Ecuador, llegaron a Cúcuta cerca del año 1953 y desde ese momento han sido testigos de cómo esta tradición se ha ido perdiendo con la llegada de nuevas generaciones.
“El choque cultural ha generado la pérdida de identidad en la primera generación, en la segunda se ha visto un choque muy fuerte. Desde la creación del Cabildo en el contexto de ciudad, se ha venido trabajando en la recuperación de esa identidad”, aseguró su gobernador, David Terán.
Sin duda alguna, el principal obstáculo que pone en riesgo la pérdida de la medicina ancestral en esta comunidad, ha sido el cambio climático, pues las plantas curativas que utilizan, crecen en su mayoría, en climas templados o fríos, contrario a la temperatura de Cúcuta.
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“La medicina ancestral es un poco compleja porque vivimos en clima cálido y nuestro territorio es frío. Las plantas que se encuentran no se dan en un territorio cálido, por ende, la medicina ha estado en riesgo”, señaló.
Tal es el caso de la Ortiga (Urtica) una planta utilizada por los miembros de esta comunidad con fines medicinales y según cuentan, les es difícil encontrar.
En su lengua, Sini, significa Ortiga y según el gobernador, tiene dos composiciones: una fuerte y otra semisilvestre, que usan para tratar enfermedades de la próstata que se presentan en los hombres luego de los 45 o 50 años.
Y el Filimuyo, otra planta que usan para disminuir la temperatura corporal en las personas, utilizando una fórmula con la clara de huevo mezclada para poner realizar un baño.
¿Cómo evitar que la tradición se pierda?
Los Kichwa siguen aferrados a sus tradiciones, lo que les brinda la naturaleza, y el conocimiento que les comparten aquellas personas que tienen mayor edad. Pues dentro de su comunidad hay quienes que alcanzan los 70 u 80 años.
Por lo que ahora se encuentran trabajando en la recuperación de cada uno de estos espacios que han ido perdiendo y que por fortuna “cuentan con la vida de sus mamas” que les comparten estos saberes.
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En cuánto a las plantas que no se encuentran en Cúcuta, cada vez que algún miembro viaja a su antiguo territorio o a clima frío procuran encargarlas para continuar con estas prácticas, aunque algunas veces no lleguen en las mejores condiciones.
En la actualidad el pueblo Kichwa que reside en Cúcuta se encuentra ubicado un 70% en la comuna 1 y un 30% de la población en la comuna 3.
Los Inga también trabajan para rescatar la medicina
Al igual que para los Kichwa, el cabildo Inga también ha notado la pérdida de sus costumbres con su llegada a la ciudad.
Este grupo, al que pertenecen 395 personas entre niños, jóvenes y adultos ha ido transmitiendo a través de talleres, aquellas prácticas que hacen parte de su cultura como el aprendizaje de la lengua, el bordado y la medicina.
Las plantas que utilizan para curar enfermedades no crecen en Cúcuta, es por eso que como los Kichwa han optado por traerlas a la ciudad desde su territorio.
“La mayoría de las plantas que usamos también son de clima frío, cuando vamos a hacer las medicinas las tenemos que mandar a traer desde Santiago en Putumayo”, afirmó la gobernadora Ana Mercedes Tandioy.
La mujer además cuenta que cada planta tiene un fin especial para tratar cada enfermedad, y para hacer un solo jarabe o preparación se utilizan de 20 a 15 plantas, proceso que les toma alrededor de un día. En las preparaciones utilizan ‘Cholagogue’ y ‘Zarzaparrilla’ , unas plantas para el tratamiento de diferentes enfermedades.
“Utilizamos depurativos para la diabetes, el cáncer, la circulación de la sangre y enfermedades de la próstata, aunque hay unas que sí conseguimos acá”, agregó la gobernadora.
El pueblo Inga está próximo a iniciar su jornada de talleres de este año, y aunque el proceso de enseñanza en ocasiones es complejo para los más pequeños, es una de las alternativas que han encontrado para rescatar las tradiciones perdidas.
Los retos que enfrentan estas comunidades
Según la Secretaría de Bienestar de Social, en Cúcuta habitan tres pueblos indígenas: Kichwa, Inga y Yukpa, que hacen parte de un programa de etnias que incluye vinculación laboral de un representante por cada comunidad con el fin de articular con las diferentes secretarias para el cumplimiento de la política publica étnica.
Es por eso, que como una alternativa para dar a conocer sus costumbres, actualmente se encuentra en ejecución un proyecto que busca grabar las historias contadas por los 'taitas' y 'mamas' mayores sobre sus tradiciones, mitos y leyendas propia de su identidad indígena.
"Al no contar con territorio ni sede propia lo que es conocido por los indígenas como casa-cabildo impide el desarrollo de escuelas de formación culturales, reuniones de líderes y de asambleas, hay ausencia de recursos a la política pública etnica, todo esto hace que la cultura propia de la sociedad sea lo que más aprenden los niños indígenas, encaminando a la comunidad a una pérdida de su identidad cultural", agregó Rony Alexis Hipo Quito, enlace de la comunidad Kichwa en Alcaldía de Cúcuta.
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