La escalada de violencia que azota al Catatumbo por parte del Eln y la disidencia de las Farc está incluyendo cada vez más a la población civil, llegando a afectar familias con la pérdida de seres queridos o las complicaciones físicas que dejan las heridas de los artefactos bélicos.
Y hace dos días no fue la excepción. A las 9:30 de la noche, un adulto, de 73 años, fue víctima de un artefacto explosivo lanzado por un dron que detonó a escasos metros de él, en la vereda San Isidro de El Tarra, ubicada en la frontera con Tibú, presuntamente en medio de una confrontación entre estos dos grupos armados.
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Debido a la complejidad de la zona, y el difícil acceso a la información que tienen las autoridades en este tipo de sucesos ocurridos en la ruralidad de los municipios del Catatumbo, hasta el momento solo se ha logrado establecer que la víctima tuvo que ser trasladado de gravedad al centro asistencial de El Tarra, ubicado en su casco urbano.
Dado el estado precario de las vías en ese sector, y la lejanía entre esa vereda y el casco urbano, tuvieron que pasar varios minutos hasta que el septuagenario fuera internado.
Los galenos lograron estabilizar al hombre y salvarle la vida, sin embargo, de aquel trágico evento quedó una enorme cicatriz que complicará al adulto mayor, los especialistas tuvieron que amputarle parte de su brazo derecho. Al cierre de esta edición el hombre seguía hospitalizado en el centro asistencial.
Los drones cada vez más cerca
Este atentado quedará en la historia del departamento como el primer ataque de drones de los grupos armados que afecta directamente a una persona ajena a las dinámicas del conflicto. Es importante resaltar que, a la fecha dos soldados han fallecido por estos ataques, y por lo menos 8 han resultado heridos en distintos hechos criminales con drones.
Por esa situación, la población golpeada por la violencia, sigue tensa y con una zozobra más pronunciada con cada día que pasa, pues ahora, además de tener que estar alertas por cualquier mina o disparo que se escuche en la lejanía, deben mirar hacia los cielos, más allá de las ramas de los prominentes árboles de la región, para estar alerta por cualquier artefacto electrónico que sobrevuele el territorio.
Este medio, en diálogos con una fuente militar cercana a la unidad de inteligencia del Ejército, conoció que, desde las Fuerzas Militares ya se están adelantando entrenamientos en contra de este tipo de acciones criminales, en especial para que las tropas sepan qué hacer al encontrarse con estos aparatos en el Catatumbo.
“Lo que se ha logrado determinar es que, ellos no compran los drones completos, de ser así los podríamos rastrear porque llegan por la vía a Tibú, sino que compran distintas partes de varios modelos de dron y cuando los tienen todos juntos en sus campamentos, hacen ensambles de manera artesanal. Para nosotros es muy difícil evitar que los armen, pues en un envío llevan una aleta para volar, en otro llevan un circuito y, haciendo eso pasan desapercibidos”, explicó la fuente militar.
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Sin embargo, las autoridades ya están armándose también con drones militares más potentes que los que actualmente utilizan, más que todo para adelantar labores de verificación en los terrenos, antes de que las tropas caminen por zonas complejas del Catatumbo.
“Nosotros no vamos a usar los drones para lanzar explosivos, serán para actividades de inteligencia, y ubicación del objetivo. Por otro lado, ya a nivel terrestre nos estamos equipando con dispositivos tecnológicos y magnéticos que afectan las señales que los drones de estos grupos terroristas reciben de los criminales que los controlan de forma remota”, concluyó la fuente militar.
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