Colombia es el mercado de Latinoamérica que mayor número de bancos regulados nuevos está incorporando, pero la cuesta parece muy inclinada. Pocos entienden la rentabilidad del dinero en el tiempo: 10% de colombianos sabe calcular interés simple y solo 2% interés compuesto.
Además, este país, con un indicador de 22%, y Perú (23%) son los países de la región con mayor uso de efectivo como porcentaje del PIB.
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Este fue el panorama que describió el CEO de Pronus, Camilo Zea, banca de inversión y estructuradora colombiana especializada en el sector fintech, que ha participado en el montaje de más de 20 compañías de base tecnológica.
Por eso indicó que la inclusión financiera presenta retos cada vez mayores y, aunque no son imposibles de superar, se requieren una gran estrategia para lograrlo.
“Hemos hecho un paneo de lo que está pasando en la región y todo indica que Colombia es el mercado de Latinoamérica que más número de bancos regulados nuevos está incorporando, la mayoría dedicados a buscar clientes no bancarizados, tanto en B2B como en B2C”.
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Sin embargo, según Zea, esta profundización de la inclusión financiera presenta dos grandes desafíos: la baja educación financiera de los colombianos y su marcada preferencia por el uso de efectivo.
El CEO de Pronus señaló que el uso de efectivo promueve la informalidad, facilita el blanqueo de capitales y la corrupción endémica en nuestros países.
Colombia es uno de los países de la región con más avances en materia de inclusión financiera, al punto que, según cifras de Banca de las Oportunidades, 75% de adultos colombianos usa al menos un servicio financiero (33.5 millones de personas).
Educación financiera
Así mismo, ha habido gran penetración de servicios financieros digitales, con 29 millones de colombianos con al menos un producto de este tipo; de hecho, 71% de las operaciones financieras se hacen actualmente de manera digital y solo 25% presencialmente, una gran noticia para los bancos tradicionales quienes han emprendido un esfuerzo de reducción de sus redes de oficinas para adaptarse a la nueva realidad en que las personas prefieren la virtualidad, cuando se trata de hacer transacciones.
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Sobre la educación financiera, Zea destacó que, según la OECD, Colombia ocupa el puesto 21 entre los 23 países que conforman la Organización.
Para Colombia, dicho organismo desarrolló una encuesta en el 2020, encontrando una pobre planificación financiera (59% tiene colchón de un mes o menos en caso de perder empleo y solo el 77% paga sus facturas a tiempo) y muy bajos conocimientos financieros reflejado en que muy pocos entienden el costo o rentabilidad del dinero en el tiempo (10% de colombianos sabe calcular interés simple y 2% interés compuesto).
Zea sostuvo que lo peor que le puede pasar a la inclusión financiera es que por falta de educación, las personas recientemente incluidas dejen de ser atendidas por las entidades financieras que les ofrecieron los servicios en primera instancia por falta de disciplina de pago o por mala custodia de información del cliente.
El desestimulo y frustración que genera la inclusión-exclusión debe ser vista por los reguladores como un objetivo de política que promueva a toda costa la educación y la protección del consumidor financiero vía más y mejor información.
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