Guillermo Hernández, desplazado de Bucaramanga por la violencia, encontró en Norte de Santander una manera de salir adelante a través del arte y, al mismo tiempo, contribuir al cuidado del medioambiente. Tras 12 años dedicados a la artesanía, ha logrado crear más de 1.000 piezas con hierro reciclado.
Radicado en Villa del Rosario desde hace tres décadas, Hernández relató que durante varios años se dedicó a la fabricación de sillas y al tallado de madera, oficios que aprendió de manera empírica. Señaló que en 2013 el arte del hierro llegó a su vida gracias a una tarea escolar que le asignaron a una de sus hijas sobre la guerra y la paz.
“No tenía mucha experiencia creando piezas en hierro; sin embargo, hice un tanque militar usando metal reciclado y cadenas de bicicletas”, recordó.
A partir de ese momento, el santandereano decidió expandir su trabajo y creatividad dedicándose de lleno a la escultura. Para ello llegó incluso a vender su automóvil y con ese dinero compró un soldador, una pulidora y otras herramientas necesarias.
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Entre sus primeras obras se encontraban aviones, motos y figuras de personajes como Don Quijote de la Mancha. Comenzó a venderlas en el parque Los Libertadores de Villa del Rosario y, más tarde, en espacios de Cúcuta y del estado Táchira, en Venezuela.
Aunque en 2015 su trabajo en el vecino país se detuvo, Hernández continuó ofreciendo sus esculturas en distintas ciudades de Colombia, entre ellas Chinácota, Pamplona, Medellín y Bogotá.
Proceso de creación
El escultor explicó que desde 2013 su rutina consiste en comprar materiales a las recicladoras para transformarlos en obras de arte. Aseguró que, gracias a esta labor, logra reciclar más de una tonelada de hierro al año.
Hoy en día, ha desarrollado aún más su talento, creando piezas como águilas, carros, relojes, ferrocarriles y personajes de películas, entre ellos Depredador.