La venta de gasolina en pimpinas, un negocio que parecía casi extinto en la ciudad de Cúcuta, ha comenzado a cobrar protagonismo de nuevo.
En un recorrido hecho por varios de los barrios más populares de la ciudad, La Opinión evidenció cómo cada vez son más los lugares donde se comercializa el preciado combustible de manera informal, con precios que oscilan entre los 13.000 y los 16.500 pesos.
El típico envase plástico atravesado con un palo de madera, puesto a modo de banderín en el borde de los andenes y marcado con un escueto “sí hay”, es la señal que muchos conductores, de moto o vehículo particular, buscan para cargar gasolina a un costo más accesible que el que expenden las estaciones de servicio.
Este ejercicio se ha hecho habitual a final de mes, cuando el combustible subsidiado ya se ha agotado por completo en la región, y es que a diferencia de otras épocas, cuando el negocio clandestino se alimentaba de la gasolina venezolana que llegaba de contrabando, hoy lo hace con la que se produce en el país.
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Uno de los sectores donde se ve el auge de los ‘pimpineros’ es en el corredor vial donde confluyen los barrios Claret y Comuneros. Allí, a cielo abierto y algunos apenas protegidos por la sombra de los árboles, se observan los bidones de combustible listos para la venta, hasta en tres puntos distintos.
Pero también el auge se nota con fuerza en La Libertad, Aeropuerto, Ospina Pérez, Motilones y Atalaya, donde los porches de las casas, los talleres mecánicos y puestos de montallantas, se habilitan para la comercialización de gasolina.
Legados familiares
Algunas ventas informales de gasolina han surgido de manera espontánea recientemente, pero otras hacen parte de legados familiares, con hasta 30 años de tradición.