La Dirección de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (DSCI), a través del programa RenHacemos Catatumbo, inició este mes la entrega de 786 kits de herramientas a familias beneficiarias en los municipios de Tibú, Sardinata, El Tarra, Convención, San Calixto y Teorama.
Estas entregas permitirán a los hogares iniciar o fortalecer sus proyectos productivos agrícolas y piscícolas, marcando un nuevo paso en su tránsito hacia economías lícitas y sostenibles.
Los kits incluyen 126 paquetes de material vegetal agroforestal para las líneas productivas de frijol, ají, plátano, yuca, limón, maíz y especies forestales. Estos insumos están dirigidos a los núcleos familiares que han cumplido los compromisos del programa RenHacemos y avanzan en el levantamiento de cultivos de uso ilícito, reafirmando su apuesta por la construcción de una paz estable y duradera desde el territorio.
El modelo de sustitución productiva impulsado por la DSCI es un sistema agroforestal integral, diseñado para garantizar la seguridad alimentaria de las familias y generar ingresos desde las primeras etapas del proceso. Este enfoque combina cultivos de ciclo corto —que permiten obtener alimentos e ingresos inmediatos— con cultivos de ciclo largo y forestales, que aportan sostenibilidad, contribuyen a la recuperación de suelos, protegen fuentes hídricas y ayudan a mitigar el cambio climático.
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De esta manera, la sustitución de cultivos de uso ilícito se convierte no solo en una oportunidad económica, sino también en una estrategia ambiental y social que fortalece la resiliencia de las comunidades rurales, impulsa la soberanía alimentaria y promueve un modelo de desarrollo rural sostenible para el Catatumbo.
Entre las voces que reflejan este cambio se encuentra la de una mujer que encontró en RenHacemos una alternativa productiva y un nuevo horizonte para su vida. Desde que ingresó al programa hace siete meses, ha recibido herramientas, insumos y acompañamiento para iniciar su proyecto de cacao, una decisión que tomó con determinación para apostarle a una economía digna y legal.
Asegura que el cumplimiento del Gobierno la motiva a seguir adelante y a incentivar a sus vecinos, dos de los cuales ya se inscribieron tras ver su progreso. Para ella, el Catatumbo es una tierra de paz y oportunidades, un lugar donde, como dice con orgullo, “uno sí puede superarse”, y donde sueña con ver carreteras mejoradas, camiones entrando a las veredas y su cacao llegando a nuevos mercados.
Su historia refleja la esperanza de una región que avanza, paso a paso, hacia un futuro legal, productivo y lleno de posibilidades.
La DSCI avanza con una inversión superior a los 264 mil millones de pesos en la región del Catatumbo, donde ya están en proceso de sustitución voluntaria más de 6.000 hectáreas, que serán reemplazadas por diversos cultivos con enfoque agroforestal, generando oportunidades reales de desarrollo rural.
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Estas acciones reflejan el compromiso del Gobierno Nacional con las comunidades del Catatumbo y su propósito de consolidar territorios de paz.
La vía más sólida hacia la paz en la región es sustituir por completo la cadena productiva de la coca por proyectos lícitos, desde la producción hasta la comercialización, acompañada de bienes complementarios como educación, mejoramiento de vivienda, vías e infraestructura productiva que permitan agregar valor, garantizar la comercialización y asegurar condiciones de vida dignas para las familias campesinas.
Actualmente, la DSCI adelanta consultas técnicas y estudios de viabilidad para definir los lugares donde se construirán los centros de acopio de café y cacao, infraestructura clave para garantizar la comercialización y mejorar los ingresos de los productores.
Adicionalmente, el Gobierno Nacional aprobó la entrega de maquinaria amarilla al municipio de Tibú, destinada al mejoramiento de la red vial terciaria, una intervención que permitirá a las veredas contar con mejores vías, reducir tiempos de transporte y acercar cada vez más la producción legal del Catatumbo a los mercados regionales y nacionales.
La sustitución no es cambiar una mata por otra: es reemplazar toda la cadena económica de la coca por economías legales y sostenibles. Este enfoque constituye hoy uno de los pilares de la política de drogas que el país necesita: una política de drogas para la paz, y no para la guerra.
Los avances alcanzados por las familias del Catatumbo y de otras regiones del país demuestran que la transformación voluntaria, acompañada por el Estado, es posible.
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