La agricultura ha sido la piedra angular de las civilizaciones desde tiempos inmemoriales. Desde los primeros cultivos nómadas hasta el surgimiento de las sociedades agrarias sedentarias, la historia de la agricultura ha evolucionado con la humanidad, desempeñando un papel crucial en el desarrollo económico, social y cultural de las civilizaciones.
En este proceso, el suelo ha sido para los agricultores tanto su medio de sustento como un desafío. Por ello, la comprensión del suelo - empezando por la observación de que ciertos terrenos eran más fértiles - ha sido fundamental hasta el descubrimiento de técnicas para mejorar su calidad.
Con el paso del tiempo, la integración de una agricultura intensiva con extensos monocultivos, el uso inadecuado de productos químicos y la gestión insostenible de la tierra, han agotado la fertilidad del suelo, erosionado su estructura y comprometiendo su capacidad para sostener un crecimiento de cultivos robusto. Esta degradación no solo amenaza la productividad agrícola, sino que, además, agrava problemas ambientales, como la contaminación del agua y la pérdida de biodiversidad. Esta situación ha llevado a la agricultura a condiciones insostenibles, hecho que exige la urgente necesidad de adoptar prácticas sostenibles que enfaticen en la salud del suelo, la biodiversidad y la restauración del ecosistema. En este punto, la implementación de prácticas agrícolas como la rotación de cultivos, labranza mínima, uso adecuado de insumos químicos, y la incorporación de Biosoluciones son fundamentales para mejorar la salud del suelo.
Conseguir un suelo sano y fértil, proporcionando los nutrientes necesarios, manteniendo una estructura adecuada para el desarrollo de raíces y facilitando la retención de agua, es esencial para el crecimiento óptimo de los cultivos. Además, un suelo saludable alberga una biodiversidad de organismos beneficiosos que contribuyen a la fertilidad y a la regulación de enfermedades, fortaleciendo la resistencia de los cultivos a condiciones adversas. Proteger y restaurar la salud del suelo no solo garantiza la seguridad alimentaria, sino que contribuye a preservar el medio ambiente, al reducir la erosión, mejorar la retención y la calidad del agua y favorecer la captura de carbono para mitigar el cambio climático.
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En un país como Colombia, con una diversidad agroecológica única, y con los retos de aumentar la productividad en los cultivos, la priorización de la salud del suelo no es simplemente una elección, es una necesidad. El camino hacia una agricultura sostenible es una opción para salvaguardar el patrimonio natural del país y preservar los medios de vida de las comunidades agrícolas.
Ejemplo de ello es que, desde Syngenta, a través de Livingro, buscamos evaluar de manera integral parámetros de salud del suelo y de biodiversidad en los diferentes cultivos de la mano de expertos técnicos de la compañía y científicos independientes de universidades e institutos de investigación. En Colombia estamos trabajando en los cultivos de aguacate y café en los departamentos de Caldas y Risaralda desde 2022, en donde los primeros resultados demuestran no solo beneficios en el índice de calidad del suelo, al mejorar su estado de la biología, sino también la disminución en el riesgo de varias enfermedades fúngicas.
En el mes en que celebramos el Día Mundial del Suelo, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre su importancia vital en nuestras vidas, la producción de alimentos, la mitigación del cambio climático y la conservación de la biodiversidad. Debemos empezar a cambiar nuestra forma de tratar al suelo y comenzar a devolverle todo aquello que nos ha proporcionado durante cientos de años, para garantizar el futuro de las generaciones presentes y las venideras.
Escrito por Claudio Muñoz Rojas, Director General en Syngenta para la Región Andina.
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