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Colombia
Más allá del prejuicio: otra mirada sobre las razas etiquetadas como peligrosas
El 70% del comportamiento de un perro depende de su crianza, educación y el entorno en que vive. Solo el 30% corresponde a la genética.
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Diana Valentina Rodríguez
Diana Valentina Rodríguez
Domingo, 16 de Noviembre de 2025

Este especial confronta los mitos más comunes y ofrece una mirada distinta sobre los perros de manejo especial, donde la ciencia y la experiencia demuestran que el verdadero problema no tiene cuatro patas.

Seguramente ha visto en las noticias o en redes sociales que un “Pitbull atacó a una persona”.“Rottweiler hirió a su dueño”. Los titulares nunca dicen simplemente “un perro”. Siempre destacan la raza, como si el problema estuviera en su genética y no en lo que hay detrás: años de maltrato, falta de educación, abandono o, simplemente, haber caído en las manos equivocadas.

Razas que, por años, han cargado con una fama que pesa más que su propio cuerpo. Se les teme y juzga por su fuerza y, en muchos casos, se les rechaza antes de conocerlos.

En Colombia, la ley los clasifica como “razas de manejo especial” o “potencialmente peligrosas” (PPP). Sus cuidadores deben registrarlos ante las alcaldías, mantenerlos con bozal y correa en espacios públicos y contar con un seguro de responsabilidad civil. Sin embargo, veterinarios, etólogos (psicólogos de perros) y adiestradores cuestionan el que se haya culturalizado un rechazo social hacia ciertas razas.


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La Opinión habló con Sandra Sierra, médica veterinaria y zootecnista con especialidad en etología y modificación de conducta, y Dreycler Rodríguez, adiestrador canino certificado por la Asociación Canina de Educadores Caninos de España. Ambos coinciden en un punto fundamental: el perro no es el problema.

Las razas más discriminadas

“El perro no nace agresivo. Así sea un rottweiler, así sea un pitbull, no nace agresivo”, considera Sierra basado en su experiencia de 19 años. La veterinaria explica que está demostrado que la genética corresponde apenas a un 30% del comportamiento. “El otro 70% viene de la crianza, el nivel de estrés y los tratos que recibe el perro a lo largo de su vida”.

El pitbull encabeza la lista de razas estigmatizadas, seguido del rottweiler, el dóberman y el dogo de Burdeos. Pero Rodríguez recuerda que la discriminación no comenzó ahí: “Hace décadas el dóberman fue catalogado como ‘el perro del diablo’, luego el pastor alemán. Hoy nos hemos enfocado en el pitbull. Siempre es ‘pitbull atacó a un niño’, nunca ‘un perro atacó’. Pero nadie pregunta qué pasó antes”.

Para el adiestrador, esta es una de las razas más incomprendidas puesto que según él “no hay un perro más amoroso, más cariñoso que el pitbull cuando se le educa correctamente”. 

El problema-según él- es que muchas veces caen en manos de personas muy jóvenes que los tienen para peleas o como símbolo de estatus.

¿Qué son realmente las razas de manejo especial?

El término raza de manejo especial clasifica a perros que, por su tamaño, fuerza y contextura, requieren condiciones específicas de tenencia. Sin embargo, la etiqueta ha derivado en una generalización peligrosa.

Son perros con mucha energía cuya  mandíbula tiene mayor capacidad de presión y son extremadamente protectores. Por eso necesitan educación desde cachorros, pero no basada en el dolor o la presión, sino una que les enseñe a controlar su fuerza.

Rodríguez es más directo cuando señala que “si vamos a hablar de manejo especial, deberíamos empezar por los humanos. Todas las razas fueron creadas para un fin específico. El problema es que no investigamos qué perro estamos adquiriendo, mi qué necesita ni cómo debemos tratarlo”.

Ambos coinciden en que un belga malinois necesita tanto ejercicio como un pitbull, y que un cocker spaniel puede ser tan poco tolerante con los niños como cualquier raza grande. La diferencia está en que cuando un perro pequeño muerde, nadie hace noticia.


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MASCOTAS

 

Desmontando mitos 

‘Que los pitbulls nacen agresivos’: “Totalmente falso”, asegura Rodríguez. “Nosotros los volvemos agresivos con mala información y maltrato”. Sierra añade: “Tengo pacientes pitbull totalmente nobles. Son perros a los que otros perros los muerden porque nunca aprendieron a defenderse”.

‘Que cuando muerden, no sueltan’: “Claro que no van a soltar fácilmente, porque es una raza hecha para presión”, reconoce Rodríguez. “Pero si le enseñan autocontrol desde cachorro, no va a llegar a morder a una persona”.

‘Cualquiera los puede tener’: Aquí los dos enfatizan  que este  tipo de razas no son para todo el mundo porque sus necesidades son demandantes. Requieren ejercicio físico diario intenso, no paseos de 10 minutos. La socialización y estimulación son indispensables. Si una persona no tiene tiempo o compromiso emocional, no debería tener un perro de estas características, es la opinión de  Sierra.

Rodríguez  reseña que el primer error  cometido por  el 95% de las personas es no saber jugar con su perro. “Empiezan a fomentar que muerda como juego. El perro entiende: ‘A mi dueño le gusta que yo lo muerda’”.

El verdadero origen de la agresividad

La reactividad no es exclusiva de las razas grandes, porque un pincher o un cocker spaniel pueden ser de las razas más bravas, advierte Sierra. “Pero como son pequeños, la gente no les pone atención”.

El origen de un perro agresivo es casi siempre el mismo: maltrato, abandono, estrés crónico o falta de socialización temprana. “Los primeros tres meses de vida de un cachorro marcan su conducta cuando sea adulto. Si en ese período no hay socialización con otros perros, personas y distintos estímulos, tendremos un perro nervioso y posiblemente reactivo”, dice Sierra.

Rodríguez destaca el efecto del maltrato  animal convirtiendo al perro en reactivo y agresivo llevando a que sea sacrificado. “Pero todo inició desde una presión mental que no se canalizó a tiempo”, es su diagnóstico profesional.


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PERROS

 

¿Existe la depresión en los perros?

Los perros también pueden padecer depresión y estrés. Un perro que se lame constantemente, que desarrolla alergias de la nada, que sale a pasear desesperado. Todo eso es estrés, explica Rodríguez.

El menciona ‘la hora Chucky’ para definir el  momento en que el perro corre como loco por la casa, en un comportamiento con el que quiere decir: ‘Necesito liberar energía’.

Aquí es donde entra a actuar el etólogo, profesional veterinario especializado en comportamiento animal. A diferencia de los entrenadores, el etólogo puede diagnosticar y medicar estados de estrés severos. “El etólogo trabaja con perros que ya tienen problemas graves”, observa Sierra. 

Sin embargo, ambos insisten en que muchos casos se previenen con educación temprana. “Nosotros los entrenadores enseñamos a los dueños cómo trabajar con su perro desde cachorro para evitar que desarrolle estos problemas”, aclara Rodríguez.

Los errores más comunes

“Es como si te regalaran una pistola. Si no sabes manejarla, puedes rechazar ese regalo. Lo mismo debería pasar con un perro”, es la reflexión de Sandra Sierra, veterinaria y zootecnista con especialidad en etología y modificación de conducta.

El desconocimiento también juega en contra. Muchas personas no investigan las necesidades de la raza antes de adquirirla. 

El perro se convierte en un reflejo de la crianza que tuvo, resume Sierra. 
No es culpa del animal sino de la educación que se le ofrece como tutor.

Las leyes y la educación

Ambos expertos consideran que la legislación tiene buenas intenciones, pero fallas en su enfoque. 

“La ley debería crear cultura de tenencia responsable para todas las razas. Todos los perros sin excepción deberían salir con collar y correa”, opina Rodríguez.


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“Hay dos cosas fundamentales: entender que el perro es un ser sintiente, parte de la familia, no un arma de defensa. Y comprender que no todos los perros son para todo tipo de persona”, añade Sierra.

 

DOBERMAN

 

Historias de amor que desafían el miedo

María Sofía Muñoz cruza la calle con Luna, su pitbull de cuatro años, y nota cómo las personas cambian de acera. “Al principio me dolía ver cómo la gente se alejaba con miedo, especialmente cuando llevaban niños. Luna es la perra más dulce que he conocido”, cuenta esta profesora de 32 años.

María adoptó a Luna cuando tenía tres meses. “Investigué mucho antes de tenerla. Sabía que necesitaba ejercicio, socialización y paciencia. Hoy va conmigo a todas partes. Es increíble cómo la gente se sorprende cuando ven que es cariñosa y tranquila”.

Carlos Serrano, ingeniero de 28 años, tiene una historia similar con Thor, su rottweiler de cinco años.

“Cuando lo saqué la primera vez al parque, una señora me gritó que lo alejara de sus hijos. Thor estaba sentado a mi lado, sin hacer nada. Eso me hizo entender el estigma que cargan estas razas”.

Para Carlos, la clave estuvo en la educación temprana. “Desde cachorro lo llevé a clases de socialización. Aprendió a jugar con otros perros, a estar cerca de niños, a no reaccionar ante ruidos fuertes. Hoy es el perro más obediente del vecindario”.

 

MASCOTAS

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