“Perro, necesito que se aísle un momento, que se aleje de la gente, porque lo que le voy a contar es muy duro… se mató Carlitos”, fue una de las múltiples devastadoras frases que se escuchó desde el separador de la avenida Los Libertadores, donde la familia de Carlos David Hernández Niño enfrentaba la dura noticia del fallecimiento del joven.
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Su historia tuvo un abrupto final y dejó muchos capítulos inconclusos, se quedó a un mes exacto de celebrar su cumpleaños 22, a un par de kilómetros de llegar a las instalaciones de la Universidad de Pamplona, a donde se dirigía para un importante examen, al que nunca pudo llegar.
Pues pasadas las ocho de la mañana de ayer, 14 de noviembre, la tragedia tocó su puerta, mientras iba en camino por la avenida Los Libertadores, su muerte fue tan triste como increíble. A la altura de la calle 15, mientras iba por el carril derecho, perdió el control de su moto negra marca Boxer, de placa YDM 46E, y resultó en el asfalto.
El problema para Carlitos, como era conocido, es que su caída se dio justo en el momento en que una camioneta Toyota Land Cruiser Prado gris, de placa OWN 345, pasaba por el sitio, misma que terminó arrollándolo y pasándole por encima con una llanta, provocando su muerte en el acto.
Al parecer, la situación se habría generado por un tercer vehículo en discordia, una motocicleta que habría pasado a gran velocidad, provocando la pérdida del control de Carlitos, quien cayó al asfalto, con la mala fortuna de que la camioneta venía muy cerca y, a pesar del presunto intento del conductor por evitar el contacto, le pasó por encima.
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Fue el neumático izquierdo trasero, el que hizo que el conductor sintiera el impacto. Pues lo arrolló a la altura del pecho, provocándole un hematoma en la espalda, una inflamación en el pecho, pero más grave aún, fuertes heridas internas.
Carlitos quedó tendido boca abajo en el asfalto, su camiseta se había levantado, su moto quedó apenas a un metro de distancia, mientras que la camioneta se detuvo poco más adelante. Por el retrovisor izquierdo se veía el escenario de tragedia que había ocurrido.
No pasó mucho tiempo hasta que las autoridades de tránsito fueron alertadas, patrullas de la Policía llegaron a resguardar los alrededores, mientras que los alféreces se hicieron cargo de la inspección del cadáver y la escena.
La noticia corrió rápidamente y llegó hasta sus familiares, quienes arribaron en una escena devastadora, de rodillas lamentaban lo sucedido y pedían lo imposible, que Carlitos se levantara. Tíos, abuela, primas, primos, amigos, compañeros de clase, más de una veintena de personas se congregaron en el separador, intentando encontrar un consuelo que nunca llegó.
Al igual que la certeza de lo sucedido, pues no hubo más testigos que el involucrado y el motociclista que se dio a la fuga. Además, no se encontraron cámaras de seguridad en los alrededores que pudieran haber registrado lo sucedido.
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Dolor en la Guaimaral
Momentos de dolor se sintieron en los salones del edificio de Comunicación Social de la Unipamplona al margen de la avenida Guaimaral. Pues allí, entre los pupitres y tableros, el ambiente se tornó oscuro pocos minutos después, al enterarse de lo sucedido.
Esas personas que habían acompañado a Carlitos durante su proceso académico ahora lloraban la pérdida de un querido compañero, amigo, e incluso pareja, pues una de las más afectadas fue su novia, quien sacaba de él sentidas palabras de amor, propias del talento que lo caracterizaba al escribir.
Como estudiante, hizo parte de un ejercicio periodístico en el Diario La Opinión, donde demostró un gran potencial para el periodismo y la redacción de noticias y reportajes, mismas habilidades que mostraba constantemente en sus clases.
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