Esta semana el país ha recibido una formidable noticia: Ecopetrol ha reportado para el 2018 una utilidad neta de 11.56 billones de pesos, la más alta en cinco años, 4,96 billones más, casi el doble, que los 6.6 billones de 2017. El margen de Ebitda (utilidad antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) fue de un impresionante 45,4%, y alcanzó los 30.8 billones, el más alto de la historia de la compañía y mayor que los cuatro años anteriores sumados. A su vez, los ingresos crecieron un 22,8%, de 55.2 billones en 2017 a 67.8 billones el año pasado. No sobra recordar que hace apenas tres años atrás, en el 2015, Ecopetrol tuvo una pérdida de 3.98 billones, en lo fundamental como resultado del desplome de los precios internacionales, y que como resultado la empresa no hizo transferencias a la Nación, poniendo en jaque las finanzas públicas.
Ese formidable desempeño del 2018 se debió fundamentalmente a cuatro factores: a. El incremento del precio del crudo de referencia Brent en el mercado internacional, en US$ 72,2 de promedio para el año según la SEC (en el 2017 fue de US$ 54,9), b. La mayor tasa de cambio promedio del dólar el año pasado, por encima de los $3.000 durante el segundo semestre, c. La disminución de las importaciones de crudo, diesel y gasolina y d. “La disciplina de capital y el plan de eficiencia”, según palabras de Felipe Bayón, presidente de la compañía y quien merece todas las felicitaciones por los logros alcanzados. En efecto, Ecopetrol ha bajado su endeudamiento, las políticas de austeridad han disminuido costos (recortaron gastos, fusionaron vicepresidencias, eliminaron gerencias, redujeron casi a cero las inversiones no rentables), y ha adelantado un proceso de optimización en toda su cadena de valor.
Ese proceso se ha reflejado en un aumento de la producción de 715 mil barriles de petróleo equivalentes por día (bped) en el 2017 a 720 mil el año pasado, a pesar de los persistentes problemas de orden público generados por los ataques del Eln al sistema de transporte de crudos, y en que el segmento de refinación alcanzó una carga estable de 373 mil barriles diarios para las refinerías de Cartagena y Barrancabermeja.
La empresa encara el futuro más liviana y eficiente y con caja para invertir. Si en el 2018 hizo inversiones por US$ 2.900 millones, 32% más que en el 2017, Ecopetrol prevé destinar entre 12 mil y 15 mil millones de dólares para el período 2019-2021, con la meta de alcanzar niveles de producción de 750 mil a 770 mil bped y de mejorar las reservas probadas de petróleo, condensado y gas natural, reservas que hoy ascienden a 1.727 millones de barriles. Es decir, tenemos para 7.2 años. Ahora, como en el balance total de reservas el 70% es de crudo y el 30% de gas, la vida media es de 6,3 años y 11,1 años respectivamente.
Poco, muy poco, en realidad. En las circunstancias actuales a Ecopetrol le quedan apenas 7.4 años de vida. Para quien no lo tenga claro, hoy el grueso de los ingresos de Colombia depende de su producción petrolera. Por eso el plan de inversión es fundamental. Con el mismo se mantendrá el índice de reemplazo de reservas algo por encima del 100% (es decir, se encontrará crudo suficiente para reemplazar el que se produce y se incrementarán marginalmente las reservas) y, sobre todo, se hará la apuesta del futuro: el desarrollo de los pilotos de yacimientos no convencionales, el famoso fracking, una tecnología que le daría al país entre 2.000 y 7.000 millones de barriles de reservas. En otras palabras, aseguraríamos el futuro de la empresa y, con ella, del país.
Con base en esos resultados, la compañía ha anunciado un dividendo ordinario de $56 por acción y otro adicional de $169, para un total de $225. Deben ser aprobados en la asamblea de fines de este mes. Eso significará un ingreso de $8.2 billones para el Estado central y de $1 billón para los socios minoritarios, un alivio para las finanzas públicas y una mejora sustantiva en el bolsillo de los miles de pequeños accionistas.