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Trenes y camiones
Valencia pregunta si el gobierno tiene el suficiente perrenque para enfrentar a los poderosos que manipulan el transporte.
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Viernes, 15 de Julio de 2016

Eureka. No soy el único que extraña los trenes y que considera que uno de los peores errores cometidos por alguno de nuestros ineptos gobiernos fue permitir la desaparición de un medio de transporte que, aunque muchos no lo sepan, fue el  constructor de la grandeza de Estados Unidos y hoy en día son factor de progreso y desarrollo en toda Europa:  viajan a 300 kilómetros por hora.

Una de las voces que han protestado por la desaparición de los trenes y la burla permanente del alcalde de Bogotá para quienes abogamos por la construcción del metro ha sido la mía, que no ha sido escuchada a pesar de que los acontecimientos me dan la razón todos los días. Es suficiente ver los problemas en la movilización  de los diez millones de bogotanos para concluir, sin esfuerzo alguno, que la ciudad necesita un sistema moderno de transporte que nos pueda mover a lo largo y ancho de esta inmensa urbe, que se convirtió en hogar de gentes de todo el país. Pero pesan más los intereses personales y los negocios de unos cuantos que la obvia solución del caos que sufren los millones de capitalinos. Es obvio que mi voz no se escucha en el desierto de los negocios que llenan los bolsillos de los vivos que se han adueñado de mi bella ciudad y sostienen que es mejor un bus que un tren.

Pensé que nadie más pensaba como yo al señalar que uno de los peores errores cometidos por algún bandido desconocido que se apropió de los ferrocarriles fue la desaparición de una empresa que llegó a tener 3.200 kilómetros de vías por las que se movían, como lo vi yo, vagones con pasajeros, gasolina, mercancías y todo tipo de elementos, incluyendo carbón y materias primas necesarias para el desarrollo de nuestra industria.

Pero ha pesado más la ambición desmedida de los bandidos de cuello blanco, quienes se robaron una empresa necesaria para nuestra economía, como lo demuestra el prolongado paro de los camioneros, que han dejado al país sin comida, sin gasolina, sin los elementos necesarios para nuestra subsistencia. Estamos en las manos de un grupito que quiere arrodillar al gobierno, que se ve obligado a negociar para evitar mayores problemas.

Con interés personal leí la columna de Cristian Valencia, quien coincidió conmigo en la necesidad de recuperar los ferrocarriles, hecho que permitiría evitar los paros de miles de choferes a quienes no les importa la suerte de sus compatriotas, muchos de los cuales han debido botar la leche de sus vaquitas y las papas de su cultivo por la seguridad de que las cosechas están perdidas.

Si no estoy equivocado, hace algún tiempo se dijo que en la importación de costosos camiones se había detectado la presencia de ‘’dineros calientes’’ que ahora han aparecido gracias a que no tenemos medios alternativos de transporte: estamos en manos de una mafia que impone precios y condiciones. La alternativa es decir sí o sí a las pretensiones de unos personajes que manejan con un dedo la economía del país, que ha estado a punto de colapsar.

Valencia pregunta si el gobierno Santos tiene el suficiente perrenque para enfrentar a los poderosos que manipulan el transporte. Infortunadamente, la respuesta es no. Y si mandan a negociar a la canciller, estamos perdidos. Hay que entregarle el país a Nicaragua.

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