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La demografía: la megatendencia que definirá el futuro
En el lenguaje de la prospectiva, una megatendencia es una fuerza global de largo alcance que puede transformar la vida humana, la economía o la organización social a escala planetaria.
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Miércoles, 15 de Octubre de 2025

En el lenguaje de la prospectiva, una megatendencia es una fuerza global de largo alcance que puede transformar la vida humana, la economía o la organización social a escala planetaria. Entre todas ellas, una de las más importante es la demográfica.

 Eberstadt, en su ensayo “La era de la despoblación”, advierte que dos tercios de la población mundial ya viven en países con niveles de fecundidad por debajo del reemplazo generacional. En Corea del Sur, por ejemplo, para el año 2050 se proyectan tres muertes por cada nacimiento, y su población podría reducirse hasta un 95 % en un siglo si la tendencia continúa. Para esa fecha, fuera de África, la población mayor de 65 años se duplicará hasta alcanzar 1.400 millones de personas, y los mayores de 80 años casi se triplicarán, llegando a 425 millones. A escala global, la fertilidad se ha reducido a la mitad en solo cinco décadas.

Eberstadt cuestiona la teoría de la modernización económica, que sostiene que a medida que las sociedades se vuelven más ricas, urbanizadas y educadas, las familias optan por tener menos hijos. El autor muestra que países muy pobres como Nepal o Myanmar también registran tasas de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo, lo que significa que el crecimiento económico no es la única explicación.

También revisa la teoría de la transición demográfica, que describe las etapas del cambio poblacional (alta natalidad y mortalidad, explosión demográfica, estabilización y declive). Sin embargo, sostiene que el mundo ha ingresado en una fase inédita en la historia humana: “Por primera vez, la disminución de la población se debe no a la muerte, sino a la decisión humana de no procrear.” La transición ya no sigue un ciclo natural: hemos entrado en una era postransicional, donde el crecimiento demográfico no se recupera.

El autor refirma la teoría de la volición de Pritchett, que sostiene que el factor explicativo de los niveles de fertilidad es la voluntad individual de las mujeres. Existe una correspondencia entre el número de hijos que las mujeres desean tener y los que realmente tienen. Así, la natalidad se convierte en una decisión cultural y personal, no en una imposición económica.

A ello se suma la revolución familiar y cultural, marcada por la huida del matrimonio, la expansión de la cohabitación sin hijos, el aumento de hogares unipersonales y la pérdida del deseo o hábito de criar. Eberstadt agrega la teoría mimética, según la cual el comportamiento reproductivo se difunde por imitación: las personas tienen menos hijos porque observan que los demás también los tienen. En consecuencia, la baja natalidad se normaliza. Por otro lado, el cambio de valores y la secularización refuerzan la autonomía y la autorrealización que sustituyen el sentido del deber familiar, preconizado por las creencias religiosas.

Lo anterior no es un apocalipsis, sino un nuevo contexto estructural: menos trabajadores, empresarios e innovadores, y más adultos mayores dependientes. Esta transformación ejercerá presión sobre los sistemas de pensiones, salud y bienestar. Las sociedades deberán reinventar su economía, su política pública y su estructura social en un mundo envejecido.

El autor anticipa una redistribución del poder mundial. China, Rusia y Corea del Sur ya enfrentan un declive demográfico acelerado; el futuro será más “africano”, aunque la baja calidad educativa limita el potencial económico del continente. En cambio, Estados Unidos, gracias a la inmigración, podría mantener una ventaja demográfica y económica relativa, siempre que logre sostener políticas migratorias inteligentes y estables.

Pero en un tono esperanzador el progreso material y tecnológico puede sostenerse si los países invierten en capital humano, ciencia, tecnología e innovación social. En palabras del autor: “Incluso un mundo anciano y despoblado puede volverse cada vez más rico.” La demografía, más que una estadística, es el espejo del futuro. Comprenderla es anticipar los desafíos y las oportunidades del siglo XXI.


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