La ciencia y la cultura humana son una especie de repositorio en donde ordenada y articuladamente se guardan y sistematizan los frutos de la sabiduría humana forjados a través de los siglos; estos contienen los conocimientos, la investigación científica, el arte, las creencias, la moral, los valores, las costumbres, el derecho y todas las demás capacidades desarrolladas a partir de las competencias intelectuales del ser humano, su talento creador e inteligencia innovadora.
Estos saberes acumulados fueron obtenidos mediante la observación, la investigación y el razonamiento; de ellos derivan principios y leyes en los ámbitos naturales, sociales y artificiales. En su conjunto, nos permiten tener una comprensión del cuerpo y la mente humana, de la naturaleza y del universo. Además, promueven el entendimiento de la bioquímica y las leyes de la física que rigen la vida biológica y las relaciones cósmicas, respectivamente.
El doctor Carlos Corredor, sin duda, fue un depositante activo del conocimiento y la ciencia en el área de la bioquímica y la educación superior. Prueba de ello son los más de 50 artículos científicos y 20 informes de política educativa publicados en revistas de gran impacto nacional e internacional.
Siempre esperaba con ansias el sábado para leer las pinceladas de sabiduría que compilaba en esta columna que atinadamente escribía para delicia de los miles de lectores de este medio de comunicación. Nunca pensé que pudiera llegar el día de su partida definitiva del plano terrenal y, mucho menos, que me correspondiera el honor agridulce de escribir un artículo de cierre a su espacio editorial semanal.
En efecto, en el marco de los sentimientos de aprecio y admiración que profeso por Carlos, lo percibía como inmortal; pensaba que siempre lo íbamos a tener entre nosotros para acompañarnos en esa alta responsabilidad de consolidar la Universidad Simón Bolívar, en su sede de Cúcuta, para beneficio de los jóvenes nortesantandereanos. En sus últimos cinco años de vida dedicó todas sus energías y sabiduría a consolidar los espacios académicos de esta alma mater, a coadyuvar en la formación del talento humano que necesita la región oriental del país y afianzar la investigación científica.
Carlos Corredor era máster en Ciencias de la Bioquímica Médica, de la Universidad de Missouri y Ph.D. en Bioquímica, de la Universidad de Duke. En su amplio recorrido por la academia estuvo vinculado a la Universidad del Valle, la Universidad Javeriana y la Universidad de San Buenaventura. Posteriormente, asumió la creación de la Facultad de Ciencias Básicas y Biomédicas de Unisimón, de la cual fue su primer decano, y fungió hasta el último minuto de su vida como vicerrector Sede Cúcuta.
Por su liderazgo y reconocidos méritos académicos fue cofundador de la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas, de la Asociación Colombiana de Facultades de Ciencias y de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia. Fue miembro activo de la Academia de Medicina del Valle del Cauca, de la Academia Nacional de Medicina, de la Sociedad Colombiana de Alergia e Inmunología, de la Panamerican Association of Biochemical Societies y de la Sociedad Española de Bioquímica. Por ser un hombre culto no solo se destacó en su área de las ciencias duras, también fue miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander y de la Academia de Estudios del Caribe, y columnista de medios de comunicación.
En medio de la abismal tristeza que me causa decirle el adiós definitivo al notable académico, al excelente directivo universitario, al permanente consejero y, especialmente, al amigo, me enorgullece y honra haber gozado de su cálida amistad y haber aprendido de su conocimiento y su pasión por las ciencias básicas biomédicas y la investigación científica. Su vida se apagó y le da paso a un valioso legado que perdurará por siempre.
(*) Columnista invitado