El pasado Jueves Santo (17 de abril), un hecho violento causó rechazo, tristeza, pero también solidaridad, amor por el prójimo y satisfacción en Cartagena.
“Allí, la joven caminaba descalza hacia las aguas, con lágrimas y piedras en las manos, buscando hundirse para siempre. Todo cambió cuando un mototaxista, anónimo y atento, notó lo que otros no vieron. Se acercó, escuchó su murmullo quebrado y entendió el peligro. Sin pensarlo, buscó ayuda. A pocos metros, una patrulla de la Unidad Básica de Investigación Criminal de Tránsito de la Debol, integrada por el intendente Linares y la patrullera Cindy Páez Madrid, recibió la alerta”, dijo la Policía en un comunicado.
“Estaba como a 500 metros. Vimos cómo se metía al agua, con esas piedras. Quería hundirse”, recuerda Linares. Fue entonces la patrullera, sin dudarlo, corrió y la rescató.
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Desde la orilla de la playa una funcionaria de la Secretaría de Tránsito también se unió al rescate. Ambas hablaron, insistieron, suplicaron… y lograron lo impensable: la joven reaccionó.
La mujer, de nacionalidad venezolana, les contó que había sido víctima de abuso sexual por parte de un taxista. La Policía activó de inmediato el protocolo para víctimas de violencia sexual. La joven recibió atención médica, acompañamiento psicológico y la promesa de una investigación rigurosa.
Se conoció que en estos momentos el caso está en manos de la Fiscalía y las autoridades están tras la pista de aquel taxista que habría sometido a vejámenes a la mujer cuando le hacía una carrera.
La víctima habría entregado información valiosa que servirá para individualizarlo y capturarlo. La mujer, por su parte, recibió apoyo psicológico y se encuentra en compañía de su familia.
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