En la etapa siguiente el insecto tenía la opción de ir hacia un lugar con el olor que había aprendido y hacia otro con un olor diferente, esta vez sin gota de agua azucarada.
"Si la hormiga había aprendido correctamente, pasaba mucho más tiempo merodeando cerca del olor asociado al agua azucarada, buscando la recompensa", indicó.
Esas pruebas fueron realizadas con olores de células humanas sanas y de células cancerígenas (producidas por un cáncer de ovario) para comprobar si las hormigas aprendían a diferenciarlas. Y luego con dos células enfermas (de cáncer de seno) para ver si los insectos diferenciaban entre dos subtipos de cáncer.
"Tres entrenamientos de menos de una hora bastaban para que aprendieran" la diferencia entre esos dos subtipos, aseguró el investigador.
El protocolo es muy simple, y el entrenamiento fue hecho en casa, durante el confinamiento que Francia sufrió durante la primavera de 2020, explicó el investigador.
Ahora hay que analizar "la eficacia de este método gracias a pruebas clínicas con un organismo humano completo", precisó un comunicado del organismo francés de investigación que apoyó la experiencia (CNRS).
Experiencias preliminares están siendo llevadas a cabo con la orina de ratones que sufren de cáncer.
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