Hablar salva vidas. En Colombia, los hombres se suicidan con mucha más frecuencia que las mujeres. La cultura del silencio, los estereotipos sobre la masculinidad y la falta de atención oportuna convierten el sufrimiento emocional en una tragedia evitable.
Un problema que crece en silencio
Según el Instituto Nacional de Salud, la tasa de suicidio en Colombia ronda las 5 muertes por cada 100.000 habitantes, pero tras esa cifra se esconde una desigualdad profunda: ocho de cada diez casos corresponden a hombres. Un patrón que se repite a nivel global —de los 746.000 suicidios registrados en el mundo en 2021, más de medio millón fueron hombres, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para los expertos, el dato no sorprende. “Los hombres están socializados para no mostrar vulnerabilidad. Desde pequeños se les enseña a callar, a aguantar y a resolver solos sus problemas”, explica Laura Sánchez, psicóloga clínica y especialista en salud masculina. “Cuando buscan ayuda, muchas veces ya están en crisis”.
El peso de los estereotipos
La llamada “masculinidad hegemónica” impone una serie de mandatos invisibles: ser fuerte, autosuficiente, proveedor. En ese marco, expresar tristeza, miedo o soledad sigue considerándose un signo de debilidad. “El problema no es ser hombre, sino el modelo de masculinidad que castiga la emoción”, señala Juan Carlos Restrepo, investigador en salud pública de la Universidad de Antioquia.
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La depresión en los hombres, además, suele manifestarse de manera distinta: en lugar de llanto o apatía, aparecen irritabilidad, aislamiento o consumo problemático de alcohol. Esto hace que muchas veces los síntomas pasen desapercibidos incluso para los servicios de salud.
Una deuda en salud pública
Aunque Colombia cuenta con una Política Nacional de Salud Mental, los especialistas advierten que aún falta un enfoque diferencial por género. La mayoría de campañas están dirigidas al público general y no abordan las particularidades de los hombres.
“Hay que llevar la conversación a los lugares donde ellos están: el trabajo, los equipos deportivos, los sindicatos. Y capacitar al personal de primera línea para detectar señales tempranas”, propone Sánchez.
El Ministerio de Salud ha reconocido que, pese al aumento de los reportes y de las líneas de atención, todavía existe un subregistro de casos y una baja búsqueda de ayuda por parte de los hombres.
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La importancia de hablar
La OMS estima que más de mil millones de personas viven hoy con algún trastorno mental. En Colombia, la pandemia visibilizó el problema, pero el estigma persiste. “Hablar no te hace débil, te hace humano”, dice Restrepo. “Necesitamos romper el mito de que la fortaleza masculina consiste en callar”.
Algunas iniciativas locales ya avanzan en esa dirección. En Medellín y Bogotá existen programas comunitarios que promueven grupos de escucha entre hombres y acompañamiento psicológico gratuito. En redes sociales también crecen campañas bajo etiquetas como #HablemosDeSaludMental o #NoPasaNadaPorSentir.
Un llamado urgente
El costo del silencio no se mide solo en estadísticas. Son padres, hijos, amigos que pudieron ser escuchados a tiempo. Los expertos insisten: hablar es un acto de prevención. Romper el silencio puede salvar vidas.
Redacción asistida con IA (ChatGPT, OpenAI), revisada y editada por La Opinión.
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