Autoestima en tiempos de algoritmos
La autoestima adolescente siempre ha sido frágil, pero en la era digital enfrenta presiones inéditas. Antes, los juicios provenían del círculo cercano amigos, familiares, escuela; ahora, millones de desconocidos pueden opinar sobre la apariencia o el comportamiento de un joven con un solo clic.
Esa exposición permanente a la mirada ajena ha convertido la identidad en un proyecto público, donde cada publicación puede ser evaluada y comparada. Muchos adolescentes desarrollan una identidad “curada” para las redes, diferente a la real, lo que puede generar una disonancia emocional profunda y sentimientos de vacío.
Además, los algoritmos priorizan el contenido más atractivo o polémico, reforzando modelos de belleza y éxito difíciles de alcanzar. Esto ha llevado a un incremento de los trastornos alimenticios, la depresión juvenil y el aislamiento social.
El papel de los padres y educadores
Frente a este panorama, la respuesta no puede ser simplemente “prohibir” las redes. Estas plataformas forman parte del entorno cotidiano de los adolescentes, y también ofrecen espacios de aprendizaje, expresión y creatividad. El reto, por tanto, es acompañar, orientar y educar en su uso responsable.
1. Fomentar el diálogo abierto:
Los padres deben hablar sobre lo que los jóvenes ven y sienten en redes. No se trata de espiar, sino de comprender sus intereses y preocupaciones. Escuchar sin juzgar es clave para que los adolescentes se sientan seguros al compartir lo que les afecta.
2. Enseñar alfabetización digital:
En la escuela y en casa, es necesario enseñar a identificar contenido irreal o manipulado. Los adolescentes deben entender cómo funcionan los algoritmos y cómo estos influyen en lo que ven, piensan y sienten.
3. Establecer límites saludables:
No se trata de imponer prohibiciones drásticas, sino de construir rutinas equilibradas. Establecer horarios sin pantallas —especialmente antes de dormir— y promover actividades fuera del entorno digital ayuda a reducir la dependencia.
4. Reforzar la autoestima fuera de las redes:
Motivar a los jóvenes a desarrollar habilidades, hobbies y amistades presenciales les permite construir una identidad basada en experiencias reales y no solo en la aprobación virtual.
5. Dar ejemplo:
Los adultos también deben revisar su propio comportamiento digital. Un padre que pasa todo el día mirando su teléfono difícilmente podrá convencer a su hijo de que desconecte. La coherencia es la mejor herramienta educativa.
Un desafío colectivo
La crisis de la salud mental en adolescentes no puede entenderse sin analizar el papel de las redes sociales. Sin embargo, tampoco es un problema sin solución. La clave está en equilibrar el mundo digital y el real, enseñando a los jóvenes que su valor no depende de un número de seguidores ni de un filtro perfecto.
Educar emocionalmente, cultivar la empatía y fomentar espacios de conversación puede marcar la diferencia. Las redes seguirán evolucionando, pero el acompañamiento humano, la escucha y la comprensión seguirán siendo irremplazables.
En definitiva, el desafío no está en desconectarse de las redes, sino en aprender a usarlas sin perderse a sí mismo en el proceso.
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Redacción asistida con IA (ChatGPT, OpenAI), revisada y editada por La Opinión.