El hacinamiento carcelario es uno de los grandes males que afecta el aparato de justicia colombiano.
Un informe elaborado por la Universidad del Rosario reveló que, según datos del Inpec, a corte del 23 de septiembre el número de personas privadas de libertad en centros penitenciarios ascendía a 104.395, aunque la capacidad instalada está dada para albergar 81.139, lo que equivale a una sobreocupación del 28,6%, 2,1 puntos más que el año pasado.
El panorama en Norte de Santander es igual de crítico, pues de acuerdo con el Ministerio de Justicia, hasta el pasado 15 de septiembre, el departamento concentraba 4.151 presidiarios, que corresponden al 4 por ciento de la población reclusa total del país, con un índice de hacinamiento del 31.6%, tres puntos porcentuales más que la media nacional.
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Para Samuel Escobar, director del pregrado de Criminología e Investigación Criminal de la Universidad del Rosario, el hacinamiento es apenas un síntoma del problema real, que conllevan a vulneraciones de los derechos a la salud, alimentación, y acceso a la justicia de las personas privadas de la libertad, entre otros.
El experto aseguró que, a diferencia de lo que muchos creen, este problema no se resuelve mediante la construcción de más establecimientos y su correlativa ampliación de cupos carcelarios. Al contrario, sostuvo que es una medida, que aunque recursiva a lo largo de los gobiernos, ha sido un fracaso rotundo.
Indicó que la criminología ha demostrado que el aumento de penas no previene el delito, así como que las cárceles no resocializan por lo general, sino que más bien, impulsan a algunas personas hacia verdaderas “carreras criminales”.