Fueron por lo menos seis disparos que retumbaron dentro de la casa de la familia Cáceres, en la vereda Patillales, zona rural de Cúcuta. Los responsables fueron tres hombres en moto, quienes llegaron hasta la puerta para disparar contra Ludy Acuña Durán, Alfredo Cáceres Cárdenas y uno de sus hijos, de apenas 12 años.

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Momentos de terror acompañaron la noche del pasado lunes para esta familia, que había vivido un día de rutina como cualquier otro. Ludy, de 36 años, estuvo trabajando en las labores del hogar y atendiendo una caseta en la parte externa de la vivienda, en la que funciona una tienda.

Cuando la mujer dejó de atender y cerró el negocio, nada parecía indicar lo que estaba por venir. Apenas minutos después, sobre las 7:40 de la noche, llegó la tragedia a este lote, en el que vive esta familia, pero también otros allegados de Alfredo, de 38 años de edad.

El hombre se había pasado todo el día en su trabajo, llegó pocos minutos antes del hecho y se metió a la ducha, mientras ella se sentó en una mecedora en la sala de la casa a ver televisión. Sus hijos estaban en la casa de al lado, jugando con unas primas.

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Sin que nadie se diera cuenta, llegaron los tres hombres en motocicletas, descendieron de los vehículos y recorrieron los diez metros aproximados de la entrada para llegar a la puerta de la casa, en la que se detuvieron. Allí, uno de los criminales apuntó a Ludy con una pistola y le disparó directo a la cabeza.

La bala la impactó en la parte trasera haciendo que quedara sentada y empezara a gotear sangre sobre el suelo, el estruendo alertó a Alfredo, quien salió del baño en toalla y se asomó a la cocina quedando cara a cara con el pistolero, quien también atentó contra él. 

Disparó, por lo menos, en tres oportunidades. Una bala dio en la entrada al cuarto de su hija, otra en la parte alta de la pared trasera, mientras que una sí alcanzó el objetivo y conectó a Alfredo a la altura de la pierna izquierda.

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En el acto, la víctima se movió a su lado derecho y se cubrió con la pared, mientras que los criminales escaparon. Para ese punto, el ruido llamó la atención del hijo de la pareja, quien salió de la casa aledaña para ver qué pasaba, mientras que el resto de la familia pensaba que se trataba de una moto con el tubo de escape modificado.

El pistolero le apuntó al menor, también a la cabeza, y a aproximadamente cinco metros de distancia le disparó con un revólver en tres oportunidades. Para fortuna de la familia, el niño alcanzó a reaccionar y se agachó, esquivando los balazos que atravesaron toda la vivienda.

El recorrido de uno de los proyectiles quedó marcado en un poste metálico y la bombilla trasera de una moto parqueada en el patio de la casa. Ya para este punto, los demás residentes del lote se dieron cuenta que algo pasaba, al escuchar los gritos del menor.

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Auxiliados

Uno de ellos salió justo para ver como los criminales se montaban en su moto y emprendían la huida con rumbo desconocido. En la casa de los Cáceres todo se había teñido de rojo, el desespero se apoderó de Alfredo, quien empezó a botar mucha sangre, y en medio del tenso momento intentó actuar.

Dejando en el suelo sus huellas manchadas en sangre, el hombre fue hasta su habitación para tomar sus papeles y ponerse ropa. En tanto, sus familiares llegaron al lugar para ver la sangrienta escena, comprobando el estado de Ludy, quien tenía signos vitales, pero muy leves.

El esfuerzo fue conjunto para tratar de auxiliar a la pareja y rápidamente alertaron la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc), que coordinaron para que los recibieran en la Clínica Medical Duarte. 

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Salieron a la vía principal, que comunica a Cúcuta con Puerto Santander, tomaron un taxi y trasladaron a ambos a la institución médica, donde llegaron minutos después a la sala de urgencia. Allí intentaron brindarles los primeros auxilios a la mujer, quien estaba en un delicado estado de salud.

Todo esfuerzo fue en vano, pues minutos después se confirmó su fallecimiento. Alfredo sufrió un destino diferente, pues se conoció que el proyectil no comprometió ningún hueso o arteria, por lo que ya se encuentra recuperándose satisfactoriamente.

En Patillales, pasaron la noche en vilo, con la angustia de que los criminales volvieran a pasar por allí, pues las autoridades no aparecieron. En el sitio aún permanecen casquillos, restos de las balas y enormes manchas de sangre, que les recuerdan en cada momento lo sucedido. 

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Toda una vida

En la mañana siguiente, la escena del crimen permanecía igual, la tristeza seguía embargando a los residentes de la casa. La mujer y Alfredo fueron pareja de toda la vida, llevaban más de dos décadas juntos en una relación que dejó dos hijos, teniendo la menor apenas siete años de edad, quienes ahora lamentan el haber perdido a su mamá.

Ludy fue descrita como una madre ejemplar, una trabajadora incansable que intentó estar siempre presente para sus pequeños, cuidando el hogar, al mismo tiempo en que conseguía sustento para la familia.

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Los móviles del hecho son un misterio para todos, pues hasta donde saben, ninguno de los dos tenía amenazas ni cuentas pendientes. De igual forma, no eran una pareja problemática, por lo mismo no se explican qué pudo haber desencadenado el hecho.

No descartan que haya sido víctima de la delincuencia común. El crimen se da pocos días después de que en la misma vereda un hombre resultara lesionado con arma de fuego en medio de un intento de robo a su motocicleta. La comunidad de la vereda exige que se le dé una investigación pertinente, logren la captura de los responsables y el esclarecimiento del caso que tiene consternado a Patillales.

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