Por su parte, Pedro Trujillo, conocido como 'Alberto Cancharina', comandó la Unidad Centro, desde 2012 hasta 2016. Bajo su dirección estuvieron los frentes 4 y 24, en el nordeste, Bajo Cauca y Magdalena Medio antioqueño y en el sur de Bolívar.
Jairo Cala, quien fue conocido como 'Jairo Mechas', hizo parte de la dirección de la Unidad Centro; mientras que Fabio Gil, alias 'Norbey Narváez', estuvo encargado de las finanzas del Frente 23, una estructura de la Unidad Sur.
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“Ellos estaban concentrados en Catatumbo y su mayor arraigo lo tenía en La Gabarra, pero había un corredor por la cordillera oriental, por donde se movilizaban a Santander por diferentes municipios, según cómo estuviera la situación de orden público”, señaló.
Recordó que, incluso durante la Zona de Distensión (2000-2001), los combates con paramilitares obligaron a los guerrilleros a desplazarse hacia Venezuela.
Sobre la llegada del paramilitarismo a Norte de Santander, explicó que fue un fenómeno tardío, cerca de 10 a 15 años después de su surgimiento en Cimitarra (Santander), atraído principalmente por el negocio del narcotráfico.
Aportes de la audiencia
Para la magistrada, “creo que si hay una zona que podría estar abierta a la reconciliación es el Magdalena Medio”, debido a que -a su juicio- el conflicto cambió profundamente y porque las Farc perdieron apoyo cuando el secuestro se convirtió en una práctica recurrente. La población campesina, que inicialmente no rechazaba a la guerrilla, se distanció de ella al ver el impacto de estos crímenes.
Hacia finales de los años noventa, la frecuencia del secuestro disminuyó en esta región, aunque continuó en otros puntos del país. Aun así, Lemaitre confía en que esta audiencia permitirá escuchar a los responsables y avanzar en procesos de perdón, siempre que se reconozca el daño y se contribuya a repararlo.
Pero ¿Qué pasa no aceptan responsabilidad? Aunque es un escenario poco probable, por los avances que se han dado, la magistrada explica que si los excomandantes citados no reconocen los hechos, el caso pasará a juicio y, de perderlo, enfrentarían penas de cárcel.
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“Esto pareciera ser fácil, pero no todo el mundo está preparado para hablar en público y suelen ser momentos muy emocionales en los que, si la gente no está preparada, pueden no lograr hablar o no decir lo que quería decir”, dijo Lemaitre.
Justamente por la emocionalidad que predomina en estos encuentros, los participantes, tanto víctimas como excombatiente, asisten a encuentros privados como parte de la preparación necesaria para evitar revictimizaciones.
Profesionales en justicia restaurativa acompañan estos espacios, para que tanto víctimas como comparecientes puedan expresar —de manera segura— lo que desean decir en público: dolor, ira, perdón o reflexiones espirituales.
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