Sin duda, el intendente Franklyn Alfonso Guerrero se ganó el amor no solo el de su familia, sino el de sus compañeros, principalmente de la Metropolitana de Cúcuta (Mecuc), y de sus vecinos del barrio Ospina Pérez. Ayer, la sala de velación se hizo pequeña para recibir a la gran cantidad de allegados que acudieron a darle el último adiós.
Su asesinato, el sábado pasado en un ataque perpetrado por el Eln en el barrio La Concordia de Cúcuta, dejó una honda herida en su madre, su hermano y cuñada, pero sobre todo en su adorada sobrina, a quien no le podrá cumplir una promesa que se hizo.
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“En la última llamada que tuvimos, antes del atentado, hablamos hasta altas horas de la noche. Él era apasionado por las motos y quería comprarse una que había visto, tenía fotos. Me dijo: ‘me voy a comprar una para darle (a su sobrina) un paseo. Ella era sus ojos”, expresó su cuñada Angélica Osorio.
Era el mayor de dos hijos y vivía con su mamá, que hoy sufre un incesante de dolor, el único que le hacía compañía en casa. En su tiempo libre, a Franklyn le gustaba ir al gimnasio y era muy disciplinado, tanto en esa actividad como en todo lo que se proponía hacer.
Le gustaba estudiar, por eso no solo se quedó con su formación policial; se tituló como abogado de la Universidad Simón Bolívar hace algunos años.
Jhon Jairo Guerrero vive en Medellín, pese a la distancia mantenía una estrecha relación con su hermano, describiéndolo como una excelente persona e incondicional, quien fue su apoyo.
“Él me adoraba, manteníamos mucha comunicación. A mi hija él la amaba y esperaba el momento para abrazarla y compartir con ella. Cuando estábamos en familia, era muy espontáneo, bromista, sonreía mucho, una calidad de persona. Cuando portaba el uniforme era una persona muy seria y bastante comprometida con su trabajo”, destacó Guerrero.
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También recordó que le gustaban los videojuegos, por lo que hacía parte de un grupo de amigos con los que pasaba momentos para jugar, y era amante del anime de Dragon Ball Z.
Amaba ser policía

Angélica Osorio indicó que la dedicación que él tenía hacia sus labores era muestra ese amor que sentía por su trabajo, porque “siempre iba más allá, daba más de lo que le pedían”. “Eso reflejaba todo lo que él era, era una persona estricta, rigurosa, muy puntual en sus cosas”, apuntó.
El concejal cucuteño Alonso Torres, quien conoce a la familia desde hace 25 años, vio formarse a Franklyn Alfonso. Cuando se decidió ser policía, como amigo, lo apoyó y lo ayudó a ingresar a la institución. “Era humilde, colaborador, al servicio de los más necesitados. Fue egresado del Gran Colombiano, en donde perteneció a la banda como trompetista. Su papá es agente pensionado de la Policía y su madre una ama de casa dedicada a su hogar”, resaltó Torres.
Igualmente, destacó que estuvo como comandante de dos unidades, en las cuales dejó grandes amigos, por su integridad, su disposición a colaborar y por “estar al servicio de todo el mundo, sin importar la hora ni las situaciones; y con su sonrisa y carisma”.
“Se quitaba el pan de la boca para entregárselo a sus más allegados. Amaba su institución, el uniforme. En febrero pasado fue condecorado por el director general de la Policía Nacional de ese momento, el general William Salamanca”, añadió Alonso Torres.
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El concejal dijo que, cuando se enteró del ataque rápidamente se solidarizó a través de las redes sociales con la Mecuc, pero jamás imaginó que 20 minutos después tendría que sacar un nuevo mensaje en X despidiendo a su “hermano y amigo”. Desde el inicio, acompañó en la familia en la clínica Medical Duarte con la esperanza de que sobreviviera.
Jhon Jairo resaltó que cuando Franklin estuvo en la Policía de Infancia y Adolescencia, llegaba a su casa a contar muy molesto por los casos de maltrato que le había tocado atender. “Él se cargaba –emocionalmente- a veces por el trabajo que hacía, por la violencia que evidenciaba. A pesar el alto riesgo que representaba su profesión, él trabajaba con amor y pasión”, recalcó.
Frustró un reciente secuestro
En la Mecuc, lo recuerdan con ese uniformado que siempre estaba dispuesto a apoyar a sus compañeros, cuando estos se encontraban en procedimientos difíciles. “Cuando pedían refuerzos en algún caso, era el primero que salía al sitio”, dijo una fuente policial.
De los tenía 37 años que tenía, dedicó 16 a servir como policía y en su paso por la institución se destacó por su buen actuar, disciplina, compromiso y vocación de servicio. Por eso logró 13 distinciones, medallas y reconocimientos y más de 100 menciones especiales de felicitación por su desempeño.
En febrero pasado participó en un procedimiento que le permitió obtener una condecoración nacional: contribuyó a frustrar el secuestro de un empresario en inmediaciones del Anillo Vial Oriental, cerca del barrio Trigal del Norte.
En esa ocasión, los uniformados pudieron detener la camioneta en la que cuatro delincuentes armados obligaron a subir a su víctima.
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