Los juegos de mesa ofrecían una buena alternativa para compartir en familia como la pirinola, que era toda una aventura ya que al hacerla girar se podía perder o ganar al mostrar cualquiera de sus seis caras: pon 1, pon 2, toma 1, toma 2, todos ponen o toma todo. El ganador del juego es aquel que ha obtiene el mayor número de monedas o lo que sea que se esté apostando.
El parqués fue y sigue siendo uno de los juegos preferidos por los habitantes de la capital de Norte de Santander, indicado para escapar del tedio y pasar unas horas divertidas, que se puede acompañar con una bebida refrescante y un buen tazón de palomitas de maíz.
El ajedrez, el cacho que se juega con dados, el dominó, las damas chinas, el bingo, la lotería, el póker, la baraja española, Monopoly, han tenido auge, pero eso fue antes de las consolas de videojuegos, los teléfonos ‘inteligentes’ y demás dispositivos electrónicos que irrumpieran para quedarse en la cotidianidad familiar y social, con nuevas generaciones que incluso no conocen cómo se divertía la gente antes.
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