El barrio Juan Bautista Scalabrini esconde una historia de lucha y resistencia ciudadana. Quienes residen en este sector de la ciudadela Juan Atalaya han buscado por años que las administraciones municipales se encarguen de pavimentar las vías y de llevar ofertas para educación y salud.
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El nombre de este humilde barrio es en honor a un sacerdote italiano que durante la segunda guerra mundial dio asilo a varios migrantes, sobre todo a judíos y polacos, que huían del genocidio nazi.
Es un beato de la iglesia católica, el papa Juan Pablo II le dio ese título el 9 de noviembre de 1997, debido a su valentía para defender la vida de niños, mujeres, hombres y ancianos del ejército alemán.
El trabajo del beato no se compara con el que sus seguidores hicieron en el 2000 en Cúcuta, al ubicar en un terreno de la Comuna 7 muchas familias desplazadas por la violencia del Catatumbo y el Cesar.
Los misioneros scalabrinianos al notar que llegaban muchas familias desplazadas a la capital nortesantandereana a pedir ayudas y que en muchos casos no recibían nada, decidieron fundar este barrio en ese alejado sector de Cúcuta.
Ellos conformaron una comunidad regida por la libertad, la igualdad y el trabajo duro, pues con eso evitarían disputas entre los pobladores. Para que todo avanzara sin ningún problema, les entregaron lotes a esas familias, que por obligación debían ser desplazadas o de bajos recursos y sin una vivienda propia.
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La idea de los scalabrinianos fue que les entregarían a las familias unos lotes, previamente delimitados, según el número de personas, en retribución, las personas trabajarían en la construcción de otras viviendas, abriendo las vías e instalando el alcantarillado, además de otras obras.
La gestión de los misioneros fue magnífica, pues les enseñaron a las familias que había una oportunidad de tener una vida en paz, así fuera en un humilde sector, donde no llegaba ni una brigada de salud, pero debían mantenerse unidos pese a las adversidades.
En casitas de tablas
Cuando Juan Bautista Scalabrini se fundó, las casas eran de tablas y las vías eran trochas, por donde se veían pasar solo bicicletas o personas a píe, pero cuando llovía era imposible transitar, pues se convertían en un lodazal.
Muchos de los que viven en este lugar se dedican al comercio informal en la zona céntrica de Cúcuta o son braceros en plazas de mercado, emboladores de zapatos, albañiles, carpinteros, mecánicos, entre otros muchos oficios.
El acceso a la salud, la educación, el agua y la electricidad eran privilegios que ellos no tenían. Había una pequeña escuela de tablas en la que los niños y jóvenes aprendían y luego pasaban a estudiar en la Institución Educativa Camilo Daza, ubicada en la calle 43 con avenida 9, del barrio Camilo Daza.
La lucha barrial
Jonathan Isaac García Pabón, líder comunal de Scalabrini, creció en ese sector y es orgullosamente una de las personas que vio la evolución del barrio. En 2003 se formó una Junta de Acción Comunal (JAC), pese a que no tenían la personería jurídica otorgada por la administración municipal.
La JAC se encargó de que la Alcaldía de turno los tuviera en cuenta en las obras de pavimentación, alumbrado público, mejoramiento a las instituciones educativas, entre otras.
“Fue un inicio tener personas que nos representaran y pusieran las necesidades de la comunidad frente al alcalde y sus secretarios, se enteraran que teníamos tres años de vivir allí y no nos estaban ayudando”, sostuvo Jonathan Isaac.
Para 2016, cumplieron el sueño de tener su personería jurídica como barrio. Actualmente allí habitan 750 personas. Los avances han sido importantes, les hicieron una cancha, que pasó de ser un tierrero a un espacio deportivo de cemento, ahora tienen un paradero de busetas porque tienen una ruta para allá.
El salón del adulto mayor es importante para ellos, de la mano del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) han conseguido que ese espacio se adecue para actividades lúdicas, infantiles y hasta sociales, ejecutadas por esa entidad internacional.
¿Qué les hace falta?
La seguridad y la pavimentación de varias vías de Scalabrini son una necesidad urgente. Varias calles no han recibido ni una pisca de asfalto, siendo muestra del abandono por parte de la Alcaldía.
La seguridad, según vecinos, es nula, debido a la poca presencia de las autoridades en la zona. “Como es un sector alejado de la ciudad, los policías no entran, porque es desértica. Acá hay un solo cuadrante para varios barrios, así no da abasto”, comentó uno de los vecinos de este sector.
Por lo pronto, las personas de ese barrio piden que las entidades encargadas se pongan la mano en el corazón y designen recursos para ellos, pues tienen varios años en el olvido.
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