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El calvario de las mujeres en Afganistán bajo el régimen talibán
En Afganistán las mujeres sufren la violación de sus derechos básicos por parte del régimen talibán.
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Colprensa
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Miércoles, 18 de Junio de 2025

En Afganistán, las mujeres ni siquiera pueden hablar en público. Desde agosto de 2024, los talibanes han impuesto las llamadas “leyes de la virtud y el vicio”, que les prohiben cantar, reír, recitar o siquiera expresarse si hay otras personas alrededor. Lo que para muchos es un derecho básico, allá se ha convertido en un acto prohibido.

Hasta hace pocos años, ellas accedían a ciertos derechos. Hoy, sus libertades están siendo brutalmente suprimidas. Miles de niñas tienen prohibido asistir a la escuela, truncando su presente y su futuro. Solo entre enero de 2022 y junio de 2024, Afghan Witness documentó 840 casos de violencia de género, incluidos 332 asesinatos.

El profesor David Fernando Varela, doctor en Relaciones Internacionales y docente de la Pontificia Universidad Javeriana, explica que “las principales víctimas del régimen talibán son mujeres y niñas”, a quienes se les niega el derecho a la educación, la participación política o incluso la libre movilidad sin acompañante masculino.

¿Quiénes son los talibanes?

Se trata de un grupo extremista islámico surgido en los años 90, conformado por estudiantes de escuelas religiosas. Tomaron el poder en 1996 con una interpretación radical del islam, lo perdieron en 2001 tras la intervención militar de Estados Unidos, y regresaron en 2021 cuando las tropas extranjeras se retiraron.

Desde entonces, reinstauraron un régimen represivo, especialmente contra las mujeres, prohibiéndoles estudiar, trabajar o salir solas. “Estamos ante una aplicación extrema de la ley islámica, que ni siquiera comparten países como Irán o Arabia Saudita”, señala el profesor Varela, quien insiste en que la comunidad internacional debe prestar más atención a esta crisis.

¿Qué tienen que ver las Torres Gemelas y EE. UU.?

Los talibanes están ligados al atentado del 11 de septiembre de 2001, pues en ese momento daban refugio en Afganistán a Osama bin Laden y a su red terrorista, Al Qaeda (quienes se atribuyeron el atentado). Tras el ataque, Estados Unidos exigió su entrega. Ante la negativa, invadió el país en octubre de ese año. La guerra duró 20 años y culminó en 2021 con la retirada de tropas, dando paso al retorno talibán.


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En 2021, el presidente Joe Biden anunció el fin de la presencia militar, cumpliendo acuerdos iniciados por la administración Trump. La retirada, sin embargo, fue caótica. En pocas semanas, los talibanes tomaron Kabul y el presidente afgano huyó. Las críticas no tardaron en llegar: se reprochó la improvisación en la salida, lo que dejó a miles en el abandono. 

Varela afirma que, si bien la decisión tenía sustento, su ejecución fue desordenada. El colapso del gobierno afgano mostró los límites de una intervención costosa e insostenible. “El país quedó en un limbo: sin reconocimiento internacional ni ayuda efectiva”, advierte.

El precio de ser mujer en Afganistán

Desde el regreso de los talibanes, se han emitido al menos 70 decretos que restringen la vida de las mujeres. Las niñas mayores de 12 años no pueden estudiar. Las mujeres no pueden trabajar ni emprender.

Afganistán es hoy el único país donde las niñas no pueden asistir a la secundaria. Según la UNESCO, si estas restricciones se mantienen hasta 2030, más de 4 millones de niñas quedarán excluidas del sistema educativo.

“El mundo ha reaccionado, pero no ha sido suficiente”, dice Varela. Aunque hay pronunciamientos internacionales y procesos jurídicos en curso, las soluciones concretas son lentas. La comunidad internacional no reconoce al régimen talibán, pero tampoco ha logrado frenar sus abusos.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha condenado las políticas talibanes, y hay procesos en tribunales internacionales por violaciones a los derechos de las mujeres. Sin embargo, estos mecanismos avanzan con lentitud y no alivian la crisis inmediata.

Para el experto, es urgente romper el aislamiento sin legitimar al régimen. El diálogo con países islámicos que han adoptado visiones más flexibles del islam podría abrir caminos. Organismos multilaterales como la ONU o UNICEF deben liderar esta intervención desde lo humanitario, no desde la confrontación ideológica.

En muchas regiones, los talibanes prohíben que los hombres atiendan a pacientes mujeres, pero al mismo tiempo han bloqueado la formación de nuevas médicas. Esto ha provocado un colapso en los servicios de salud femenina: miles de mujeres embarazadas, con cáncer o enfermedades crónicas no reciben atención, simplemente porque no hay doctoras disponibles.

Un riesgo global silenciado

Aunque Afganistán ya no acapara titulares, sigue siendo un punto caliente. El país corre el riesgo de convertirse otra vez en refugio para grupos extremistas, mientras la pobreza, el aislamiento y la persecución crecen.

“Afganistán no está en el radar, pero sigue siendo una amenaza”, concluye el profesor.

El silencio que rodea a las mujeres afganas es también el silencio del mundo. Y, como lo demuestra esta tragedia, guardar silencio también es tomar partido.


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