Eran las 3:00 de la tarde, aproximadamente, cuando sonó un disparo. Sin embargo, el ruido de la detonación pasó desapercibido por el alto volumen de la música que tenían un pool y una casa vecina, en medio de la algarabía típica de un sábado.

Fueron pocos quienes se percataron de lo que acababa de ocurrir en uno de los sectores considerados más peligrosos de Cúcuta: Pelelojo, en el barrio Cuberos Niño. En una acera de la avenida 10 con calle 25 quedó tendido Jefferson Manuel Piña Chacón, de 35 años.

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Piña se encontraba cerca de una moto que, presuntamente, estaba reparando, pues ese era su oficio, según relataron familiares y vecinos a este medio. También se dedicaba al mototaxismo dentro del barrio, contaron otros residentes.

En su cuello colgaba un rosario plateado y, junto a su cabeza, quedó el set de herramientas que usaba en ese momento. Al parecer, un sujeto en otra moto llegó y, sin mediar palabra, le disparó desde una distancia de un metro. El asesino huyó rápidamente, mientras los moradores que estaban más cerca se acercaron para indagar qué había ocurrido.

El casquillo de la bala que le quitó la vida quedó sobre la vía, muy cerca del mototaxi por el cual pagaba 20.000 pesos diarios a uno de sus vecinos para poder usarlo y ganarse el sustento.

Al verlo tendido de lado, algunos pensaron que se había desmayado, pero uno de los curiosos lo movió y, al voltearlo, se dio cuenta de que tenía un disparo en el pecho. Ya no respiraba y no había nada más que hacer, salvo llamar a la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc).

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Una patrulla arribó y acordonó la zona del crimen. Posteriormente llegaron funcionarios del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía y de la Seccional de Investigación Criminal (Sijín) de la Mecuc, quienes comenzaron las investigaciones.

Finalmente, la furgoneta de la Sijín llegó a la escena y los funcionarios realizaron el levantamiento del cadáver.

¿Quién era la víctima?

Una hora después del hecho, llegaron al lugar una tía y un primo del fallecido. La mujer no pudo contener el llanto cuando se le acercaron los investigadores. “Quiero que me lo dejen ver”, repetía entre lágrimas.

Sus familiares indicaron que Piña era originario de Barquisimeto, estado Lara (Venezuela), desde donde migró hace cinco años. Cuatro de ellos los había vivido en la zona. “Nunca nos dijo nada sobre alguna amenaza, no sabemos qué pudo haber pasado”, señaló la tía.

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“Él era mecánico y trabajaba en el centro de la ciudad. Antier lo vi, porque trabajo en construcción en el centro y pasé por el taller donde labora. Lo saludé desde lejos. Mi primo era muy alegre y hablador, no se metía con nadie”, agregó el joven.

La víctima no tenía esposa ni hijos y vivía sola. Los deudos se enteraron de la trágica noticia porque allegados informaron a la hermana de Jefferson Manuel, quien reside en Ecuador, sobre lo ocurrido, y ella avisó al resto de la familia.

Ahora, por el alto costo del servicio funerario, la familia enfrenta el dilema de trasladar el cuerpo de Piña hasta su ciudad natal para darle cristiana sepultura allá, o hacerlo en la capital de Norte de Santander.

Entre tanto, los peritos continúan las averiguaciones y no descartan ninguna hipótesis, aunque consideran que este hecho de sicariato podría estar relacionado con la venta de estupefacientes en la zona.

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