Una carrera contra la muerte vivió Juan Sebastián Castro Blanco en sus últimos momentos, siendo la esquina de la calle 19 con avenida 19 del barrio Aguas Calientes, su lugar de destino final tras recibir siete disparos.

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La normalidad del barrio se vio interrumpida de forma repentina con los estruendos de las balas, se detuvieron los cortes de cabello, se soltaron las escobas, se frenaron los carros, porque en ese punto ocurrió la tragedia ayer, 26 de noviembre, sobre las 2:30 de la tarde.

Cuentan que Juan se movilizaba como parrillero en una moto hasta llegar a esa esquina, donde se bajó para seguir su rumbo solo, caminando, hasta su casa, en la que vivía con su abuela. Sin embargo, apenas segundos después, la muerte lo encaró.

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Sin que se diera cuenta, dos motos lo interceptaron, en cada una iba un pistolero. La pareja no dudó en abrir fuego contra el joven, quien vestía una chaqueta blanca, gorra negra, bluyín oscuro y tenis negros.

Juan intentó correr hacia la avenida 20, pero le siguieron el paso y apenas un par de metros después, le conectaron disparos directos a la cabeza, uno de esos justo sobre la ceja izquierda, muy cerca de su tatuaje más característico, el de una cruz invertida en el entrecejo.

Gravemente herido cayó al asfalto, mientras los responsables escapaban, ya habiendo protagonizado un espectáculo suficientemente bullicioso. Los vecinos salieron justo para grabar los últimos momentos de vida del joven.

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En material difundido por redes sociales, se ve como un prominente charco de sangre sale de su cabeza, a la par que agoniza con movimientos leves. Minutos después, con la llegada de una patrulla de la Policía, algunos testigos decidieron actuar, tapando el sangrado con un trapo a presión, “está vivo, vea”, decían algunos.

Lo siguiente fue el esfuerzo final, pues fue trasladado a la Unidad Básica La Libertad, aunque al llegar ya había perdido los signos vitales, su muerte se confirmó apenas 15 minutos después del ataque.

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Más uniformados se trasladaron a la escena, y la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) hizo la inspección a la escena del crimen. En el sitio, las vainillas encontradas marcaban el recorrido que hicieron los asesinos.

En el lugar se encontraron varias cámaras de seguridad que podrían haber registrado los hechos y serán claves para la investigación. El móvil detrás del crimen es un misterio y las autoridades investigarán el pasado judicial de Juan para establecer si podría haber relación con el ataque.

Alrededor de la escena se congregaron decenas de curiosos, varios de ellos reconocían a Juan, quien era conocido como Dominio.

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