El parche de Ceci, de la barra popular del Cúcuta Deportivo, se encuentra sumido en el luto por el violento asesinato de Brayan Alexis Caicedo Angarita, un joven que fue víctima de varios impactos de bala en medio de la penumbra de la ciudadela Juan Atalaya.

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Cuando faltaban poco más de 16 horas para la realización de su tradicional evento navideño, la noticia golpeó a los integrantes del grupo: habían matado a uno de los suyos. Así lo expresaron en redes sociales: “Un indio, un ñero, integrante del barrio que respira fútbol, se nos va a la tribuna más alta”, publicaron en Facebook.

Tras dejar listos los preparativos para una tarde de recreación, diversión y esparcimiento dedicada a los niños del barrio, el luto los embargó. Lo más triste, dicen, es que Brayan Alexis murió solo y en la oscuridad.

El ataque ocurrió el pasado sábado, 27 de diciembre, alrededor de las 11 de la noche, en plena vía pública, sin que nadie viera ni escuchara nada. Lo único que encontraron los vecinos de la manzana 46, en la parte baja del barrio Palmeras, fue el cuerpo sin vida del joven.

Caicedo Angarita yacía tendido bocarriba en mitad del asfalto. Vestía una camiseta blanca, un bluyín oscuro y tenis negros. Su rostro ladeado hacia el costado izquierdo y los brazos hacia arriba.

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Con el paso de los minutos, la noticia comenzó a correr por el sector y varios curiosos se asomaron al lugar. Aunque a simple vista no se observaban rastros de sangre, al acercarse notaron los impactos de bala: uno en el mentón, otro en la clavícula y un tercero en el pecho.

El hecho se convirtió en un misterio, no solo porque no había rastro de los responsables, sino porque tampoco se conocía la identidad de la víctima. Nadie del sector lo reconocía y su identificación se dio de manera particular.

Al lugar llegaron uniformados de la Policía y fue entonces cuando un habitante de calle se les acercó y les entregó una billetera azul que pertenecía a Brayan Alexis.

En su interior encontraron el documento de identidad, lo que permitió establecer quién era la víctima. Posteriormente, la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) arribó al sitio para atender lo que se convirtió en el tercer homicidio de la noche en Cúcuta. Aunque el caso quedó en manos de las autoridades, el panorama es complejo.

Entre los vecinos reinó el silencio, como si nada hubiera ocurrido. En el lugar ni siquiera quedaron manchas de sangre. La falta de testigos y la ausencia de cámaras de seguridad auguran un escenario difícil para el esclarecimiento del crimen y para la familia del joven, quien trabajaba en construcción y terminó siendo otra víctima de la violencia que golpea a la ciudad.

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