“¡Raspado caleño, raspado caleño!”, era lo que vociferaba Charly Ricardo Figueroa a todo pulmón mientras atendía su puesto ambulante de granizados para hacerse a unos pesitos y poder entrar al ‘Coloso de Lleras’ a apoyar a uno de los grandes amores de su vida, el Cúcuta Deportivo.
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Desde hace más de cuatro años Charly, más conocido por su apellido Figueroa, estuvo acompañando como un miembro más del parche Gaitán de la Banda del Indio, la barra más popular del Cúcuta Deportivo, y la que frecuentemente acompaña al rojinegro en sus partidos de visitante.
Precisamente en uno de estos viajes, que presuntamente sería la primera aventura de visita de Charly con el equipo, terminó en tragedia luego de los enfrentamientos ocurridos entre la noche del sábado y la madrugada del domingo 13 de abril. En unos seis buses salieron decenas de hinchas desde la capital de Norte con destino a Sucre en la noche de viernes.
El partido era contra Jaguares de Córdoba, sin embargo, se jugaría en Sincelejo porque el estadio original de los ‘felinos’ estaba siendo ocupado para el Campeonato Sudamericano Sub-17. En una movida clásica de la barra, favorecida por la fecha, decidieron hacer una parada de esparcimiento en Tolú, a aproximadamente 40 minutos de la capital de Sucre.
En los registros videográficos, publicados por los mismos viajeros, se veía que todo era fiesta y carnaval, la misma murga (los músicos que ambientan los partidos) de la banda ponían el ritmo y los hinchas entonaban los cánticos con fervor.
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Sobre las 4:00 de la tarde del sábado llegaron a las playas de Tolú, y mientras caía el atardecer, cantaban y mostraban sus trapos, banderas y bufandas sobre la arena. Una vez entrados en la noche, sobre las 10 p.m. aún en la costa la fiesta incrementó, cánticos incluso más fuertes y el cielo, azul nocturno, se empezó a teñir de rojo, por la humareda que emanaba de las bengalas accionadas por los ‘motilones’.
Discordancia de versiones
En cuestión de minutos, la situación escaló a niveles insospechados y la fiesta terminó convirtiéndose en una batalla campal, en la que aún no se han establecido el orden de los hechos, algunos argumentan que los hinchas rojinegros iniciaron la confrontación, mientras que estos responden que fueron atacados en primer lugar. La realidad de lo sucedido sigue siendo un misterio sin esclarecerse por parte de las autoridades.
Lo que quedó registrado fueron piedras, palos y botellas que volaban por el aire, en augurio del caos que estaba por caer.
Cámaras de seguridad captaron los momentos en que la guerra de bandos entre los hinchas del Cúcuta Deportivo y un grupo de sucreños, aún sin identificarse si sean una banda organizada o barras bravas de otro equipo, escaló rápidamente, sangre empezó a derramarse sobre las calles mientras el número de heridos crecía, y uno de ellos terminó herido de muerte.
Era Figueroa, “Ricardito” para su familia, el de los raspados caleños, a quien trasladaron a la Clínica Santa María de Sincelejo, donde finalmente murió a casi 590 kilómetros de su casa.
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Ricardito
Según lo que se conoció por testimonios de amigos, conocidos, excompañeros de estudio, Figueroa era una persona que no se metía en problemas, por lo que muchos resultaron extrañados del asesinato del cucuteño, quien se graduó, hace poco, de la Universidad Francisco de Paula Santander como administrador de empresas. Además de su formación académica en el colegio Santa Cecilia del barrio Alfonso López.
Q’hubo se contactó con sus familiares, pero prefirieron guardar silencio.
Continuó el recorrido de terror
Luego de lo sucedido, el partido fue oficialmente cancelado y los buses retornaron a Cúcuta, sin embargo, antes del destino final quedaron registrados nuevos incidentes protagonizados por los viajeros, específicamente en el municipio de Ocaña en la noche del lunes 13 de abril.
Según los reportes preliminares se dio en la avenida Francisco Fernández de Contreras, donde se habrían cometido diferentes delitos en contra de la comunidad ocañera, sin embargo, esto sigue sin estar confirmado por las autoridades.
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