Unas horas al día
Para lograr estos avances, los investigadores mejoraron drásticamente la tecnología utilizada en experiencias anteriores, que se basaban en herramientas de estimulación eléctrica preexistentes.
Pero esos dispositivos se diseñaron con una finalidad diferente: reducir el dolor en lugar de estimular el movimiento, un objetivo mucho más complejo, sobre todo porque cada ser humano tiene una médula espinal con características muy diferentes.
Esta vez, "los electrodos son más largos y más grandes que los utilizados antes, lo que permite acceder a más músculos", dijo Block.
Otro avance importante es que, gracias a un software que utiliza inteligencia artificial, los impulsos eléctricos son mucho más precisos y se corresponden mejor con cada movimiento, en lugar de ser un flujo indiscriminado de corriente. Block espera que "en los próximos años", puedan generalizarse estos avances.
La tecnología debe someterse a ensayos clínicos mucho más amplios coordinados por una startup holandesa, Onward, cuyo objetivo es facilitar su uso con un teléfono, por ejemplo.
Una de las limitaciones del sistema es que, cuanto se apaga la estimulación eléctrica no tiene casi ningún efecto duradero. Y no se puede mantener permanentemente, porque agotaría el organismo de los pacientes.
Pese a todo, recuperar un poco de movimiento cada día ya es mucho, como dice uno de los pacientes, Michel Roccati, al que se le implantaron los electrodos en 2020, tres años después de un grave accidente de moto.
"Lo uso todos los días durante unas horas: en el trabajo, en casa, para muchas cosas", dijo. "Ahora forma parte de mi rutina diaria".
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