Hace 145 años pasó lo que por ahora ha sido la peor tragedia de la historia de Cúcuta: el terremoto de 1875. Este hecho marcó un antes y un después en la ciudad, tanto que su restructuración aún sigue vigente.
Y para entender un poco más sobre el evento sísmico que pasó justo un 18 de mayo, sus repercusiones y cómo puede este sismo afectar la ciudad ahora, el geólogo Carlos Humberto Montreal Estrada, especialista en geotecnia con estudios en sismología, amenaza y riesgo sísmico, da una explicación.
El especialista menciona que hay que tener en cuenta que la ciudad, por estar ubicada en la cordillera oriental colombiana, la hace susceptible a estos sucesos naturales, pues explica que estas cordilleras fueron creadas a partir de eventos disruptivos.
Ahora bien, en la cordillera oriental en la parte norte existen dos de las principales fallas geológicas del país, la de Aguas Calientes y la Falla de Boconó. Estudios paleosismológicos y de sismicidad histórica tanto en Venezuela como en Colombia han registrado un alto grado de sismicidad en esta zona.
Es más, diferentes investigaciones sugieren que el sismo que destruyó Cúcuta, Villa del Rosario y San Antonio en 1875 fue probablemente causado por un deslizamiento sobre el ramal Norte de la Falla Boconó, el cual se extiende al país en dirección suroeste y pasa justo por Ureña en Venezuela y al sur de Cúcuta en Colombia.
Es de precisar que desde el 1600 se han registrado diversos terremotos en la región nororiental. Sin embargo, ha habido un vacío en un lapso sobre los sismos de gran magnitud.
Esto, según explica Montreal, debido a que la corteza en la tierra se ha aumentado y el impacto de estos sismos que son tan recurrentes se desarrollan con mucha profundidad, generando un leve impacto en la superficie.
No obstante, no quiere decir que no vaya a ocurrir un sismo de amplia magnitud, pues si la energía sísmica no es liberada sanamente, se acumula y tras determinados años estalla y es lo que produce un terremoto.
“Por lo anterior no se podrá evitar que vuelva a repetirse un sismo de la magnitud del que se produjo en 1875 en 10 o 20 años, o muchos más, no sabemos cuándo. Pero lo que es cierto es que eso va a ocurrir, lo que se debe hacer para evitar una catástrofe mayor es poder regirse a la normativa colombiana sismoresistente que lleva a reforzar las viviendas para que sean capaces de resistir a un evento dado en la búsqueda de que no colapsen y haya pérdidas humanas”, precisó el geólogo.
Nuevas oportunidades después de la destrucción
El arquitecto y docente de la Universidad Francisco de Paula Santander, Bierman Suárez Martínez, explicó que a pesar de la tragedia y el dolor que provocó este terremoto, Cúcuta resurgió con un nuevo estilo arquitectónico que le permite ahora tener muchos beneficios.
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“Digamos que el terremoto dio una oportunidad para planificar la trama urbana de la ciudad, el urbanismo y la arquitectura, esto dio el espacio de reglamentar una cuadrícula a una forma más visionaria de lo que venía en materia económica para Cúcuta”
El docente explicó que antes de que se diera el terremoto las calles de la capital nortesantandereana eran muy angostas y no respondían a una ortogonalidad y el hecho de que ocurriera este suceso en este tiempo donde estaba el auge de la revolución industrial, permitió que Cúcuta que desde hace muchos años se ha caracterizado por ser una ciudad comercial, adoptara una estructura amplia que le permitiera estar a la par con el desarrollo económico.
“De hecho, si se mira la historia, se da cuenta que muchas personas murieron bajo los muros de sus casas que en ese tiempo eran de tapia pisada, a causa de que las calles eran muy angostas, por lo mismo, aunque corrieran, las estructuras derribadas iban a ser inconvenientes.
“Entonces al hacer las calles amplias, además de permitir un mejor flujo peatonal y vial para el comercio, se buscaba salvar la vida de las personas”, comentó el catedrático.
Ejemplo de este tipo de calles es en la avenida sexta que, aunque ahora cuente con poco espacio por la invasión de espacio público, es una de las vías más amplias del municipio.
A pesar de esto, el trazado de la ciudad no es como se planteó en un inicio. El arquitecto Ronald Sánchez explicó que el crecimiento exponencial de la ciudad respecto a sus habitantes y la falta de control que hubo frente a las nuevas construcciones que se iniciaban en sectores como San Rafael, La Cabrera, Santo Domingo, entre otros, no cumplieron con las mismas normas de trazado por lo que es común ver calles angostas en estas zonas.
Es importante resaltar que el departamento aún no cuenta con estudios actuales de sismología, en lo que los profesionales del tema hicieron hincapié.
“En el 2017, se planteó un proyecto de estudio para conocer con más claridad las zonas más susceptibles a eventos sísmicos e implementar allí normas de construcción especiales o simplemente la prohibición, pero por falta de financiación no se pudo llevar a cabo”, precisó Montreal.
Sin embargo, precisa que el estudio quedó archivado en la Gobernación y se espera que pronto éste o algunos de estos estudios se lleven a cabo y de esta manera estar preparados para un evento de tal magnitud, entendiendo los precedentes de la ciudad y los estudios que ya fueron hechos hace algunos años.