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Fredy Yate: con ‘Tocayo’ sané mi herida de rechazo
El actor habló sobre su transformación en ‘Yo no soy Mendoza’, una serie que mezcla drama, comedia y el legado de Fernando Gaitán.
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Ruby Escamilla
Ruby Escamilla
Jueves, 24 de Abril de 2025

Fredy Andrés Yate Escobar no actúa para figurar. Lo hace porque siente, vive y se transforma. Su trayectoria empezó en las tablas, entre luces teatrales y libretos que olían a papel nuevo, y ha ido creciendo paso a paso, como crecen los árboles: con raíces firmes y ramas que apuntan al cielo.

Tras compartir escena con Tom Cruise en ‘American Made’ (2017) y con Javier Bardem en ‘Loving Pablo’ (2018), el actor colombiano se posicionó como una figura sólida en las producciones internacionales.

Su más reciente interpretación como ‘Chucho’ en Griselda, la serie de Netflix sobre la narcotraficante Griselda Blanco, lo reafirmó como un rostro potente del drama. Pero ahora, el reto fue otro.

Cinco años después de la muerte de Fernando Gaitán, Netflix lanzó ‘Yo no soy Mendoza’, una serie que fusiona drama y comedia con un elenco colombo-mexicano encabezado por Vadhir Derbez y Laura Londoño.

Allí, el actor pereirano interpreta a ‘Tocayo’, un antagonista tan neurótico como entrañable, que se roba las escenas a punta de intensidad emocional.


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En entrevista con La Opinión, Yate, de 40 años, habló de los desafíos, las emociones y las enseñanzas que le dejó este personaje.

Cinco años después de la partida de Fernando Gaitán, ¿cómo fue para usted leer unos libretos que nacieron de su mente? ¿Sintió alguna presión o emoción especial por hacer parte de su legado.

Me emocioné muchísimo. Fernando Gaitán es un ícono, su estilo es reconocido en todo el mundo, especialmente gracias a Betty la Fea. Al leer los libretos, claro que sentí nervios. Pasar de un drama puro como Griselda a una dramedia como Yo no soy Mendoza fue todo un salto.

Fue un reto por el ritmo de grabación, por el tono de actuación, por todo. Pero al final me sentí feliz de enfrentarme a ese estilo tan particular, con ese sello tan característico que deja Gaitán en sus historias. Ojalá la gente se conecte con la serie, se divierta y la disfrute tanto como yo al interpretarla.

Pasar de interpretar a ‘Chucho’ en Griselda a ‘Tocayo’ en una dramedia debe haber sido como cambiar de planeta. ¿Cuál fue el “choque cultural” más grande que vivió como actor entre ambos mundos?

La comedia tiene su técnica, su ritmo, su timing. Tocayo es un personaje intenso, neurótico, tóxico. Llevar eso a la comedia sin caer en la sobreactuación fue un gran desafío. Yo venía del drama más seco, más visceral, y de pronto me vi con escenas que requerían una energía distinta, un tono más liviano.

Le agradezco mucho a los directores, especialmente a Andrés Marroquín, que me decía: “No pienses en cómo interpretarlo, solo vive al personaje”. Y así lo hice. Viví las escenas sin forzar el chiste, sin buscar lo gracioso. Tocayo no es un bufón, es un ser humano con heridas reales, pero eso, en este contexto, puede ser muy divertido.


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Tocayo es un personaje que se debate entre el amor, los celos y la necesidad de ser aceptado. ¿Qué tan fácil -o difícil- fue meterse en esa montaña rusa emocional sin caer en la caricatura?

Mi premisa siempre es que mis personajes sean humanos. La vida es una mezcla de drama y comedia, y eso quise reflejar con Tocayo. No quise inventarme un tic nervioso o un gesto gracioso para hacerlo chistoso. Me enfoqué en que fuera real, que doliera cuando le doliera, que riera cuando tuviera ganas de reír.

Tocayo sufre mucho. Ama a Laura, pero ella lo rechaza constantemente. Él no es aceptado en esa alta sociedad y eso le duele. Pero en ese dolor hay algo cómico también, porque la vida misma es así. Tocayo es un villano, pero también es una víctima, y hasta un héroe trágico. No lo quise encasillar.

En la  historia, el personaje de Yate, está enamorado de la protagonista, interpretada por Laura Londoño.

Ha mencionado que usó su intuición durante el casting. ¿Qué fue lo primero que le dijo esa intuición sobre Tocayo? ¿Hubo alguna escena que dijo: “este soy yo”?

Cuando leí los libretos supe que Tocayo tenía fuerza. Cada vez que aparece, cambia la atmósfera, incluso tiene una música especial. Sentí que podía aportarle naturalidad, frescura. Incluso, le presté mi risa, una risa muy mía, de esas que suelto cuando estoy con amigos. Le puse eso al personaje y creo que funcionó.

En el casting fui muy intuitivo. No lo pensé demasiado, simplemente lo viví. Y eso fue lo que conectó.


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Los enredos, las mentiras y las dobles identidades marcan esta historia. Si fuera usted quien es confundido con otro y secuestrado, ¿cómo cree que reaccionaría? ¿Tiene madera para fingir una vida ajena como lo hace Julián?

(Ríe) En la vida real soy muy malo para mentir. En el set sí, porque mentir es parte de nuestro trabajo como actores. Pero en la vida real, creo que me delataría la mirada. Ahora, si es una situación de vida o muerte como la de Julián, tal vez sacaría el actor que llevo dentro para sobrevivir.

Fernando Gaitán siempre supo cómo mezclar el humor con las emociones profundas. En su opinión, ¿qué enseñanza actual nos deja Yo no soy Mendoza como sociedad?

Que el amor y un buen corazón valen más que cualquier estatus. Es el mismo mensaje de Betty la Fea, y sigue siendo vigente. En Yo no soy Mendoza, Julián es un hombre común, pero noble. Y ese corazón lo lleva a ganarse el cariño de quienes lo rodean.

La serie nos invita a reflexionar sobre la importancia de la empatía, de la autenticidad, y de no juzgar por las apariencias.

¿Qué le agradece hoy Fredy Yate a Tocayo? ¿Hay algo que ese personaje le enseñó o le ayudó a ver en usted mismo?

Tocayo llegó como un proceso de sanación. Me ayudó a enfrentar una herida que todos tenemos: la del rechazo. En algún momento todos hemos sido rechazados, y en esta profesión mucho más. Uno hace audiciones, castings, y muchas veces no pasa nada.

Tocayo me permitió conectar con ese dolor y transformarlo en algo creativo. Fue terapéutico. Además, me abrió puertas en México, donde la serie ha sido muy bien recibida. Me ha dado visibilidad y una conexión especial con el público.


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Ahora que vio parte del resultado final, ¿siente que esta serie tiene lo necesario para ser un fenómeno en Netflix? ¿Qué la hace distinta a otras producciones?

Sí, absolutamente. En medio de tantos dramas densos que hay en las plataformas, Yo no soy Mendoza llega como un respiro. Tiene humor, tiene corazón, tiene intriga y un elenco de lujo. Está muy bien escrita, con un ritmo ágil y una historia que atrapa.

Creo que puede conectar con mucha gente, no solo en Colombia o México, sino en todo el mundo. Tiene ese sello universal que tenía Gaitán: historias humanas que nos hacen reír y llorar al mismo tiempo.

¿Qué proyectos tiene Fredy Yate para el futuro cercano?

Estoy en proceso de audiciones para nuevas producciones que se harán en Colombia este semestre. Viene una película que hicimos con Kiefer Sutherland, ganador del Emmy. Se rodó el año pasado y esperamos que se estrene a finales de este año.

También está ‘El Capo 4’, con Marlon Moreno, que grabamos hace dos años y aún no ha salido, pero ya está lista para ver la luz. Vamos paso a paso, con paciencia, disfrutando cada personaje que llega.

Fredy Yate es de esos actores que no necesitan gritar para ser escuchados. Que no buscan los reflectores, pero brillan cuando los enfocan. Con Tocayo, vuelve a confirmar que cada personaje es una oportunidad para sanar, para conmover y, sobre todo, para conectar.


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