¿Por qué Jamundí sí y Cúcuta no? Al plantear este interrogante debemos afirmar que aunque no es para nada reprochable que el Gobierno Nacional se enfoque en darle prioridad al tema de orden público en el Valle del Cauca, sí deja el sinsabor de una muestra de desdén con Cúcuta y Norte Santander que llevan todo el año en medio de un incesante baño de sangre.

Desde siempre se ha dicho que en esta zona fronteriza con Venezuela es donde nace Colombia, pero por los oídos sordos desde la Casa de Nariño hacia la dramática situación de violencia que nos golpea, hay un profundo sentimiento de orfandad estatal tanto en este como en otros asuntos.

Es que hay muchas formas de gobernar que al ciudadano de a pie le generan diversas sensaciones. Por ejemplo, la reacción inmediata del presidente Gustavo Petro al ataque en Jamundí y ordenar al Ejército culminar la ofensiva en el cañón del Micay, es un mensaje de apoyo hacia esa región colombiana.

Pero ese silencio lacerante del jefe  de Estado frente a situaciones como un fin de semana violento en el que fueron asesinadas 13 personas en Cúcuta donde hay desde 25 bandas criminales hasta disidencia de las Farc y guerrilla del Eln, deja perplejos a los habitantes de la ciudad y el área metropolitana.

Y otra actuación que no deja de generar sorpresas, es que para tratar lo ocurrido en esa parte del Valle del Cauca el ministro de Defensa, Iván Velásquez, sí de inmediato se conectó virtualmente en un consejo de seguridad, ordenando de inmediato a la Fuerza Pública emprender los operativos contra las organizaciones armadas ilegales.

Al hacer un contraste, solo basta por decir que en cambio para nuestra región son escasas o nulas sus declaraciones y hasta el propio alcalde Jorge Acevedo debió invitarlo a través de un medio de comunicación nacional para que en su agenda marque la opción de venir a una reunión extraordinaria para tratar la delicada situación que se vive en la ciudad.

¿Qué más deberá suceder en Cúcuta para que sea puesta en el radar de la importancia estratégica para el país? Por lo pronto, lo único que se advierte es una desazón frente a esta indiferencia, puesto que aquí estamos sufriendo por el crimen transnacional, del cual tanto se le escucha hablar al presidente Petro.

En un gobierno que pregona ‘Colombia potencia de la vida’ resulta una contradicción del tamaño de una catedral que este mensaje no se acompañe de las suficientes estrategias regionales y nacionales para que la presencia del Estado se haga sentir en todos los rincones del país con sus Fuerzas Militares y la institucionalidad.

Sin temor a equivocarnos, en la región lo que se percibe es un Gobierno Nacional que no se inmuta frente a esta oleada criminal. ¿Cuándo le tenderá la mano el Estado a una ciudad capital sometida al yugo de la inseguridad que requiere de políticas trazadas desde el poder Ejecutivo con el apoyo de la Fiscalía General de la Nacional y de los jueces de la República para superar esta emergencia.

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