Cúcuta necesita activarse en una contundente lucha preventiva contra el dengue y estar atenta al fortalecimiento de los sistemas de atención, puesto que la pasividad o el excesivo apego a tecnicismos que muchas veces son desbordados por la realidad, pueden degenerar en desagradables sorpresas. La inacción puede resultar siendo muy costosa.

¿Qué estará esperando la Secretaría de Salud Municipal para decretar la alerta? Pareciera que no hay una valoración general de situaciones conexas que pueden llegar a agravar la situación, como por ejemplo el subregistro del número de personas con síntomas de la enfermedad.

En estos momentos se habla de 2.843 casos en la ciudad, de los cuales 1.056 presentan signos de alarma y 33 corresponden a dengue grave, datos que no se pueden tomar a la ligera, por el método de transmisión a través del mosquito que también es portador de chikunguña y el zika.

¿Pero se ha comprobado que esas sean las cifras exactas? ¿Sí hay identificación de los sectores y se han hecho barridos adicionales? ¿Hay cordones sanitarios preventivos para evitar que los zancudos o vectores de transmisión infectados lleguen a otras zonas?  La ciudad necesita claridad sobre esto.

Que la titular de Salud Municipal, Taiz Ortega diga que se deben esperar cuatro semanas más para analizar si activan las alertas es un mal mensaje para los habitantes de una capital de departamento quienes esperarían más acciones de contención y no simplemente aquellas de carácter reactivo, en un aspecto tan delicado como ese.

Hay un hecho que ocasiona mayor inquietud, como es el de la congestión en los servicios de urgencias del Hospital Erasmo Meoz por el aumento de pacientes heridos en accidentes de tránsito y de las víctimas de la inseguridad y la violencia. ¿Si esto sigue así cómo se plantearía un plan de emergencia contra el dengue? 

En una región como la cucuteña, que es fronteriza con Venezuela y donde en el vecino San Antonio del Táchira se han contabilizado hasta 30 casos de dengue por semana, resulta riesgoso para la salud sujetarse a unos protocolos muy generales basados en casos y tiempo que no tienen en cuenta las particularidades como la nuestra.

Causa preocupación que no haya programas de fumigación para atacar los zancudos en los barrios con mayores afectaciones y para la eliminación de los reservorios y vectores en las demás zonas de la capital de Norte de Santander. Esa es una opción válida para frenar la proliferación del Aedes aegypti.

En estos momentos no hay excusas porque el Plan de Desarrollo se aprobó y las incorporaciones presupuestales fueron autorizadas, luego es prioritario habilitar una contundente estrategia contra el dengue en sus etapas de ‘alarma’ y ‘grave’, cubriendo toda la ciudad y recurriendo al apoyo de municipios metropolitanos como Villa del Rosario y Los Patios, que también están afectados.

Luego en las arcas hay dineros y lo único que se requiere para derrotar a este peligroso enemigo es eliminar la inacción y la  lentitud en la actuación de la Secretaría de Salud y proceder a actuar con contundencia que es lo que espera la ciudadanía.

Sobre un hecho tan grave como este hay advertencias como las de la Organización Panamericana de la Salud que lanzó alertas por la acelerado incremento de  los casos de dengue en Suramérica, así como la identificación de la variante conocida como Cosmopolitan, que podría llegar a convertirse en dominante en Colombia. Luego, el dengue no es un juego y hay que derrotarlo en una lucha sin cuartel, porque la salud está primero. ¿Qué dirán de esto organismos como la Procuraduría y la Personería?

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