Durante meses hemos estado insistiendo en la necesidad de abordar el creciente problema de violencia en Cúcuta. La escalada de violencia en Cúcuta alcanzó uno de sus puntos más críticos durante el puente festivo del Sagrado Corazón.
Esto debería movilizar a toda la ciudad para detener este preocupante aumento de homicidios. El sicariato y otros ataques contra la vida ocurren a cualquier hora y en lugares públicos, lo que alimenta la sensación de que las autoridades locales están perdiendo el control frente al crimen.
El miedo se intensifica debido a la forma indiscriminada en que los pistoleros atacan, hiriendo o asesinando a personas inocentes. Esto ha llevado a una creciente sensación de inseguridad en los espacios públicos.
Como consecuencia, la gente se ve obligada a restringir sus actividades sociales y recreativas, refugiándose en sus hogares por temor a la violencia.
Al perderse esos espacios para la recreación y el esparcimiento familiar o con los amigos es notorio que la comunidad ha optado por abstenerse de muchas actividades sociales, deportivas y recreativas por temor a la inseguridad.
Es crucial que la administración municipal tome en cuenta esta reacción ciudadana y que se reconozca la necesidad de una intervención más sólida por parte del Gobierno Nacional.
La situación requiere acciones concretas, como mayor inversión en seguridad, inteligencia, y la colaboración de diferentes entidades gubernamentales. Cúcuta enfrenta una compleja realidad con la presencia de diversas bandas criminales y grupos armados, lo que demanda una respuesta integral para combatir la inseguridad.
Recordemos que en su territorio actúan por lo menos 25 bandas criminales, al igual que la disidencia de las Farc, el Clan del Golfo y la guerrilla del Eln, generando delitos como la extorsión, el lavado de activos, el microtráfico y el narcotráfico, que conlleva a un cuadro de delincuencia transnacional en la frontera con Venezuela.
Es hora de unir esfuerzos para salvar a Cúcuta de esta crisis, lo que también implica inversiones para abordar las causas subyacentes como la pobreza, la desigualdad y el desempleo. La ciudad necesita ser rescatada de la criminalidad y merece el apoyo nacional para lograrlo.
El Gobierno central no puede ignorar esta situación ni dejar sola a la capital de Norte de Santander frente a la violencia que la acosa.
Esperamos que las visitas del Ministro de Transporte, William Camargo, la semana pasada, y del MinTic, Mauricio Lizcano, esta semana no sean las únicas. Pero es igualmente indispensable que el ministro de Defensa, Iván Velásquez, también se acerque a Cúcuta y tome acciones concretas sobre este asunto tan urgente para la recuperación de la seguridad de los cucuteños y los habitantes del área metropolitana.
Sobre la mesa hay una invitación pública extendida por el alcalde Jorge Acevedo al titular de la cartera de Defensa para que asista a un consejo de seguridad que se ha previsto en la ciudad con el fin de que se tomen determinaciones contundentes para confrontar este desafío, en el cual también debería entrar a jugar papel al Cancillería para que Venezuela un compromiso efectivo en combatir la delincuencia binacional.
La unidad municipal, nacional y bilateral es esencial para poder derrotar a este peligroso enemigo.
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