¿Es hora de que el derecho evolucione y reconozca que la familia también puede componerse por seres humanos y animales de compañía, dando paso al concepto de la familia multiespecie? El debate es uno de los temas en tendencia para la justicia colombiana y habrá decisión antes de finalizar el 2024.
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Posiblemente para una parte de la sociedad colombiana resulte inverosímil la cuestión; no obstante, debido a la profundidad de lo que se plantea, actualmente la Sala Cuarta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional estudia la condición jurídica de los animales de compañía.
Y es que el tema no es menor si se tiene en cuenta que lo aquí evaluado podría cambiar las bases de los Códigos Penal o Civil, que rigen la cotidianidad de cualquier persona de a pie en Colombia.
Para los defensores de los animales, la cosmovisión de la familia multiespecie cambiaría, no sólo la situación en la que se encuentran más de 11 millones de animales en Colombia, según el registro de Vacunación del Ministerio de Salud y Protección Social, sino que representa un avance positivo en toda la legislación colombiana en lo que se refiere a la tenencia de mascotas.
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Según el profesor de la Universidad Simón Bolívar, Carlos Andrés Muñoz López, abogado, filósofo y magíster en Bioética, autor del libro “Los animales desde el derecho” (2020), de la Editorial Universidad Javeriana, “es importante reconocer a la familia multiespecie en Colombia y en su ordenamiento jurídico por variadas razones. Primero, porque ya existe. No es un tipo de familia que se está inventando. Si usted va a un jardín infantil y les pide a los niños que dibujen a la familia, ellos instintivamente colocarán a su mascota (gatico, perrito, etcétera). Hemos convivido animales y humanos por muchísimo tiempo en los hogares colombianos, y si ya existe, ¿por qué no se les concede el derecho?”, se preguntó.
En segundo lugar, de acuerdo con el profesor, es importante reconocer a los animales como miembros del hogar por el bienestar de la misma familia humana. “La familia se afecta si la mascota falleció, pero también se alegra si llega un nuevo animal a la casa. Depende la estabilidad emocional”, recalcó.
Otro punto, es por los mismos animales, que necesitan garantías. “Hay muchas familias que aman a los animales, pero también hay otras personas irresponsables que piensan que la mascota es un objeto que lo pueden dejar en cualquier lugar y no establecen ninguna responsabilidad; entonces, generando una familia multiespecie garantizamos unas protecciones jurídicas mayores a estos animales, y sobre todo herramientas y presupuesto para atacar el abandono”, afirmó el profesor de la Unisimón.
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Desde otra perspectiva, para Carolina Ramírez Martínez, directora de la Maestría en Familias de la Universidad Simón Bolívar, esta realidad debe asumirse más allá de la mirada de un cambio familiar y reflexionar de manera crítica y con diversas posturas teóricas que ayuden a comprender más de fondo.
La primera, lleva a comprender la familia, desde una perspectiva sociológica, en la cual se destaca a la familia, como aquella institución social que cumple funciones esenciales de reproducción, crianza y cuidado económico, cultural, social y afectivo. Estas funciones son fundamentales para el desarrollo de una sociedad que sigue siendo familística. La familia es una red que asume los desafíos de la nación, proporcionando un soporte integral a sus miembros. En este contexto, la familia multiespecie, aunque innovadora y significativa en términos de compañía y apoyo emocional, plantea interrogantes sobre su capacidad para cumplir con estas funciones sociológicas de manera integral.
Ramírez Martínez señala que, la segunda mirada se debe realizar desde los estudios demográficos, los cuales actualmente muestran una disminución poblacional debido a la reducción de las tasas de natalidad y el aumento de las tasas de envejecimiento. Este fenómeno implica que las familias deben asumir un compromiso más amplio con la vida, la procreación y la crianza responsable, todo ello alineado con el cuidado del medioambiente. “Las familias, entendidas en su sentido tradicional, son fundamentales para enfrentar estos retos demográficos, asegurando la continuidad y el desarrollo sostenible de la sociedad”, aseguró.
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Una tercera postura lleva a comprender el contexto actual de hipermodernidad, el cual ha traído consigo una confusión entre la libertad individual, el desarrollo de proyectos de vida personales y el disfrute de metas que compaginen con la familia. Es posible alcanzar estas metas de manera planificada sin sacrificar la idea de ser padres. “La educación en libertad y autonomía puede coexistir con una crianza responsable y amorosa, sin el temor de asumir estos roles. La familia multiespecie, aunque aporta beneficios emocionales, no debe reemplazar el compromiso con la natalidad y la educación de las futuras generaciones”.
Para la directora, el análisis de la familia multiespecie, visto desde las perspectivas críticas, frente una sociedad de consumo desmedido como goce de su libertad y manifestación de una falsa autonomía, lleva a considerar el rol que el mercado ha venido dando a las mascotas, posicionándolas en lugares muy lejanos de su naturaleza animal. “La proliferación de tiendas para mascotas que promueven vestuarios, juguetes, celebraciones, viajes, educación, llevando a nombrarlas 'hijos' y crearles espacios adaptados a los de un bebé, evidencia una tendencia hacia la humanización de los animales. Este fenómeno genera dividendos económicos significativos, a la vez que reprime el desarrollo natural de las mascotas, afectando su bienestar. Es crucial reconocer el valor de las mascotas como compañía y apoyo emocional, pero sin asignarles roles humanos que no pueden cumplir”.
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Para María Eugenia Gómez Chiquiza, profesora de la Universidad Externado de Colombia, ese vínculo afectivo entre animales y cuidadores debe tener una protección legal.
“Todos los días, en los últimos tiempos, los abogados de familia nos estamos encontrando frente a la situación de resolver un hecho que pareciera patente en nuestra sociedad. Y muchos conflictos no se resuelven si no se tienen en cuenta primordialmente una decisión frente a los animales de compañía. Los abogados desde ya, sin existir una norma o un antecedente, hemos tenido que apelar a redactar cláusulas en las que pretendemos que exista al menos una responsabilidad moral de quienes tienen obligaciones frente a estos comportamientos”, dijo.
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Juan José Rodríguez Espitia, docente de la Universidad Externado de Colombia, expresa que el derecho dejó hace años de ser antropocéntrico y no se basa exclusivamente en el hombre. “Desde el punto de vista al derecho de bienes o el derecho civil se quedó corto frente al término seres sintientes, y para bien o para mal del derecho civil esto no se determinó y concluye siendo lo que los jueces consideran”.
Según explica el profesor, el derecho civil se ha construido mediante categorías, y estas son personas o bienes, y por eso hoy hay un intermedio, que es el que se quiere aplicar. “Hay una antinomia de textos legales vigentes en el derecho civil, en el capítulo de bienes, obligaciones, contratos o el capítulo de responsabilidad civil, que habla de los animales como bienes. Los reparos que se tienen frente a reconocer a los animales seres sintientes son: ¿los animales son titulares de derechos subjetivos, es decir, tienen derechos y tienen obligaciones?
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Si bien, la familia obedece a un fenómeno social, el ordenamiento jurídico colombiano también debe adaptarse, sugieren quienes están de acuerdo que se reconozca a la familia multiespecie. Ahora bien, quienes son críticos, consideran que, de reconocerse un estatus diferente a los animales, podría afectarse el ordenamiento jurídico en un efecto dominó.
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