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Querido Chuchín:
Perdona mi silencio de todo un año, pero las ocupaciones que me mandas todos los días me habían impedido dedicarte unos minutos para importunarte contándote mis tristezas y calamidades. Además, quise dejarte descansar trescientos sesenta y cinco días porque me imagino que es mucho el camello que te toca soportar con tantas peticiones y reclamos que te hacemos los humanos. No pienses, pues, que te he olvidado, ni que me cambié de religión. ¡Jamás de los jamases, mi Niño lindo! ¡Fiel hasta la muerte y hacia atrás ni para coger impuso, según nos enseñó tu taita José!
Aprovecho que hoy empieza tu novena para contarte lo que ya tal vez sabes. Por estos lados la cosa sigue peliaguda. El bolívar nada que sube. La guardia sigue echando vaina. Nos quitan la harinapan, el jabón y los huevos. Maduro no madura. Santos sigue hablando de paz mientras los de las Farc siguen echando plomo. Los políticos ya empiezan otra vez con sus promesas porque el año entrante hay elecciones de nuevo, y no sabemos qué es más peligroso: si la politiquería o la chikinguya, pues ambas son pestes mortales.
No es por nada, mi Diosito lindo, pero creo que se te está yendo la mano con esas dos pestes. Los zancudos no se detienen ni con las fumigaciones, ni con las espirales de humo, ni con los toldillos que regaló el alcalde. Y los políticos no se paran en pelos para seguir prometiendo y engañando. ¿Por qué no aprovechas tu Navidad para que, además de los regalos que nos darás el 24, acabes con la zancudamenta y la politiquería?
Otra petición tiene que ver con tus villancicos y las canciones que escuchamos por estos días. Lo que te pido es que les mejores la inspiración a nuestros compositores y músicos para que renueven las melodías de fin de año. Estamos mamados, y perdóname la expresión poco angelical, estamos mamados mi mujer y yo de tanto Burrito sabanero y de tanto Tutaina tuturumá y de tanta Víspera de año nuevo. Ojala el Espíritu Santo, tu santo espíritu, les ilumine la mollera a nuestros músicos y nos regalen otras canciones, tan sabrosas como aquellas, pero variaditas, porque san Pablo cuando era arriero decía que en la variedad está el placer.
Ahí te dejo ese trompo para que lo cojas en la uña, querido Chuchín. Y hablando de trompos, me gustaría saber cómo fue tu infancia en Nazareth, porque Lucas nada nos cuenta de esa historia. ¿María y José te daban muendas porque no ibas a la escuela por quedarte jugando al balón? ¿Te perdías por los lados del lago de Tiberíades con tu amiguita María Magdalena a jugar al papá y a la mamá? ¿Hacías trampas en las previas o ya te las sabías todas?
Bueno, mi querido Niño. Ven, no tardes tanto con los regalos que nos tienes prometidos a quienes creemos en ti con la fe del carbonero. Pero que no sean los calzoncillos de siempre. Espera mi próxima carta dentro de un año, si ustedes me tienen con vida.
Feliz navidad, tu amigo incondicional, GUSTAVO.
PD. Los regalos me los puedes enviar a la dirección de mi casa, la misma a donde me llegan los de La Opinión.
Perdona mi silencio de todo un año, pero las ocupaciones que me mandas todos los días me habían impedido dedicarte unos minutos para importunarte contándote mis tristezas y calamidades. Además, quise dejarte descansar trescientos sesenta y cinco días porque me imagino que es mucho el camello que te toca soportar con tantas peticiones y reclamos que te hacemos los humanos. No pienses, pues, que te he olvidado, ni que me cambié de religión. ¡Jamás de los jamases, mi Niño lindo! ¡Fiel hasta la muerte y hacia atrás ni para coger impuso, según nos enseñó tu taita José!
Aprovecho que hoy empieza tu novena para contarte lo que ya tal vez sabes. Por estos lados la cosa sigue peliaguda. El bolívar nada que sube. La guardia sigue echando vaina. Nos quitan la harinapan, el jabón y los huevos. Maduro no madura. Santos sigue hablando de paz mientras los de las Farc siguen echando plomo. Los políticos ya empiezan otra vez con sus promesas porque el año entrante hay elecciones de nuevo, y no sabemos qué es más peligroso: si la politiquería o la chikinguya, pues ambas son pestes mortales.
No es por nada, mi Diosito lindo, pero creo que se te está yendo la mano con esas dos pestes. Los zancudos no se detienen ni con las fumigaciones, ni con las espirales de humo, ni con los toldillos que regaló el alcalde. Y los políticos no se paran en pelos para seguir prometiendo y engañando. ¿Por qué no aprovechas tu Navidad para que, además de los regalos que nos darás el 24, acabes con la zancudamenta y la politiquería?
Otra petición tiene que ver con tus villancicos y las canciones que escuchamos por estos días. Lo que te pido es que les mejores la inspiración a nuestros compositores y músicos para que renueven las melodías de fin de año. Estamos mamados, y perdóname la expresión poco angelical, estamos mamados mi mujer y yo de tanto Burrito sabanero y de tanto Tutaina tuturumá y de tanta Víspera de año nuevo. Ojala el Espíritu Santo, tu santo espíritu, les ilumine la mollera a nuestros músicos y nos regalen otras canciones, tan sabrosas como aquellas, pero variaditas, porque san Pablo cuando era arriero decía que en la variedad está el placer.
Ahí te dejo ese trompo para que lo cojas en la uña, querido Chuchín. Y hablando de trompos, me gustaría saber cómo fue tu infancia en Nazareth, porque Lucas nada nos cuenta de esa historia. ¿María y José te daban muendas porque no ibas a la escuela por quedarte jugando al balón? ¿Te perdías por los lados del lago de Tiberíades con tu amiguita María Magdalena a jugar al papá y a la mamá? ¿Hacías trampas en las previas o ya te las sabías todas?
Bueno, mi querido Niño. Ven, no tardes tanto con los regalos que nos tienes prometidos a quienes creemos en ti con la fe del carbonero. Pero que no sean los calzoncillos de siempre. Espera mi próxima carta dentro de un año, si ustedes me tienen con vida.
Feliz navidad, tu amigo incondicional, GUSTAVO.
PD. Los regalos me los puedes enviar a la dirección de mi casa, la misma a donde me llegan los de La Opinión.