Dos hermanos, trece títulos mundiales
"Aquí ni una gota de alcohol", subraya el presidente de la federación, Efraín Velásquez, quien sueña con que el dominó sea algún día deporte olímpico. "Tenemos campeonatos nacionales, continentales, estamos en los Juegos Bolivarianos. Se juega en todo el mundo".
Para los hermanos Marquina, Carlos, de 45 años, seis veces campeón del mundo, y Luis, de 41, siete veces campeón, competir como jugadores de dominó representa el "orgullo" de "traer medallas" para Venezuela y su gente.
¿Tomarse una cerveza en el juego? Nada de malo, pero ellos no lo hacen. Ningún futbolista se bebe una en un partido.
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Mujeres como Carlimar Aparicio, de la selección nacional, dejan las cosas en orden: "Hay muchos hombres que ponen como una barrera: 'no, ella no tiene por qué jugar", pero siempre termino jugando y después terminan llamándome para que vaya a jugar con ellos".
Lejos de los campeones mundiales, en la zona colonial del gigantesco barrio caraqueño de Petare, jubilados se reúnen cada tarde para jugar.
"Tienes que usar tu cerebro. Es agilidad mental. Un poco como el ajedrez. Juegas una o dos partidas y luego dejas tu lugar. Hay roces, pero uno se olvida rápido", dice sonriente Pedro Roberto León, un expolicía.
No faltan quienes, mientras esperan su turno para sentarse, critican una que otra jugada.
Enrique Benavente, de 48 años, bromea: "Los que comentan desde afuera son los únicos que nunca se equivocan".
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