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PAE de Norte de Santander apuesta por nutrir niños indígenas
El Programa de Alimentación Escolar beneficia a 407 estudiantes de la etnia U’wa y 526 de la Barí.
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Domingo, 6 de Octubre de 2024

Yilmer Ríos es un estudiante interno de la Institución Etnoeducativa Izketa, sede Minsaka, en la vereda Segovia de Toledo, y pertenece a la comunidad Kascajal del resguardo U’wa, que está a seis horas de camino de la escuela. Por eso pernocta allí desde el domingo hasta el jueves, porque el viernes por la tarde regresa a su hogar.

Para este pequeño, lo más gratificante en su proceso de formación no es solo contar con unos camarotes para dormir, también recibir su comida diaria a través del Programa de Alimentación Escolar (PAE), que ejecuta la Gobernación Norte de Santander.


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“Gracias al PAE diferencial tenemos la alimentación de lunes a viernes”, recalcó el niño.

Así como él, de acuerdo con la gerente del PAE en la región, Érika Jaimes, otros 406 estudiantes de la etnia U’wa y 526 de la Barí reciben el complemento alimenticio bajo la modalidad Ración Preparada en Sitio (RPS).

Esos 933 aborígenes se suman a los 116.000 beneficiarios que tiene esta política pública en el departamento.

En un informe anterior, La Opinión retrató cómo el PAE de Norte de Santander es reconocido por la Unidad de Alimentos para Aprender (Uapa), en cabeza del director Luis Fernando Correa Serna, como uno de los mejores del país y un ejemplo por su modalidad Comida Caliente Transportada (CCT), replicada por otros departamentos.


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Sin embargo, las fuentes consultadas para este reportaje revelaron otra característica importante del programa ejecutado por la administración de William Villamizar: su componente diferencial para los niños indígenas, pues, se ha enfocado en llevar nutrición a estas comunidades de difícil acceso.

“El PAE está muy bien, porque nos dan buena proteína. Las señoras que cocinan, las manipuladoras, madrugan para preparar los alimentos”, expresó el estudiante Juan Sastién Meneses, del mismo resguardo indígena U’wa de Segovia.

El adolescente de 12 años dijo que en el complemento del almuerzo, que reciben al mediodía, les dan “pollo, arroz, lentejas y sopitas”, por lo que se siente muy agradecido. Vale precisar que, por ser diferencial, consumen no solo alimentos cultivados, también silvestres, entre los que se destacan el ortigo y la rana.

“Caminando desde la casa a la escuela me echo 45 minutos y por eso el programa de alimentación resulta de gran ayuda para nosotros, porque no nos falta la comida mientras estudiamos todo el día. A estas lejanas instituciones, el PAE hace todo el esfuerzo para llegar”, sostuvo la estudiante Isamar Camacho, quien cursa sus estudios en la sede Minsaka.


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Meliedy Alexandra Guerrero, de la comunidad Unkasía y quien también vive a 45 minutos del plantel, subrayó que sus padres sienten tranquilidad, al saber que en la institución tiene garantizada la alimentación.

En el resguardo Barí, en el Catatumbo, los testimonios son similares. Niños de distintas edades que habitan en zonas alejadas de sus escuelas tienen garantizada la alimentación, mientras asisten a sus clases.

Cultivan sus propios alimentos

El PAE departamental también atiende a 526 estudiantes de esta etnia, cuya minuta fue trabajada con los líderes de la comunidad, con el fin de proveerles una alimentación nutritiva y acorde a sus tradiciones.

Érika Jaimes informó que, en la última semana, trabajaron junto a los U’wa, agregando que es “una cultura ancestral que nos recuerda la importancia de preservar nuestras raíces y el vínculo con la tierra”.

Destacó que su equipo del Componente Técnico y Social se trasladó hasta las montañas de Toledo, para verificar cómo marcha el PAE diferencial. Una condición interesante de este tipo de PAE es que la comunidad adaptó la minuta a su cultura.

Niños d ela comunidad Bari

“Trabajamos de la mano con ellos para garantizar el acceso a una alimentación nutritiva, respetando sus tradiciones y fomentando el desarrollo de la región”, indicó la funcionaria.

La gerente departamental explicó que los alumnos reciben sus complementos alimentarios, de lunes a viernes, con productos recién salidos de la tierra, para cumplir con uno de los objetivos de esta política pública: ‘alimentar cuerpos y nutrir mentes’.

La gerente del PAE departamental aseguró que una de las satisfacciones que dejó ese largo viaje fue ver cómo los niños producen los alimentos que se les dan a través del programa, porque cultivan las verduras, recogen huevos frescos y ordeñan vacan, al participar en unidades productivas, las cuales venden los insumos al operador del programa.

“Con esa misma leche, ellos elaboran cuajada, que luego disfrutan mediante la entrega del complemento alimentario. Además, se llevaron a cabo actividades lúdicas con los niños, para fomentar el aprendizaje sobre alimentación saludable y la diversión; armaron rompecabezas, jugaron a saltar la cuerda y fútbol”, añadió.

En Tibú, donde los niños Barí están vinculados al programa, igualmente, hacen parte de proyectos productivos, como parte de su formación, de los cuales salen parte de las frutas, verduras y proteínas que consumen en el marco del PAE.

Además, la vinculación del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) ha sido fundamental en el objetivo de que las comunidades indígenas tengan un plan diferencial, debido a que sus instructores apoyan, con asesoría técnica, a las unidades productivas.

El instructor Idelyarsena Barrera, de la Institución Etnoeducativa Izketa, señaló que la entidad trabaja con los adolescentes de media técnica (grados 10 y 11), a quienes, durante 18 meses, los guían en sus proyectos agrícolas y pecuarios, en busca de fortalecer esas iniciativas de las instituciones educativas.

 Niños de la comunidad Bari

Este año, ha formado a los alumnos en diversos cultivos y avicultura, productos y aves que ellos luego le venden al PAE. Detalló que los jóvenes aprenden sobre administración, contabilidad, emprendimiento y aspectos relacionados con la producción. Al final, se gradúan con el título de Técnico en Administración en Sistema Agropecuario Ecológico.

El administrador de la sede educativa Shiro Arkuta (El Paraíso) de la Institución Etnoeducativa Izketa, en Segovia, Huber Alexander Meneses Rivera, tiene a cargo a 19 estudiantes, por lo que el PAE es una aliciente para fomentar la inserción escolar de los niños U’wa.

“A pesar de la lejanía, los señores del PAE nos visitaron y estamos muy agradecidos por ese esfuerzo por apoyar la alimentación balanceada y caliente. Una de esas verduras es el ortigo (ortiga, que consumen con una legumbre), que se produce. Día a día tenemos lulo, banano y otras frutas que se producen en la comunidad”, aseguró Meneses.

Este año, la Gobernación de Norte de Santander viene garantizando el programa a estudiantes de 1.898 sedes educativas, en los 39 municipios en los que tiene jurisdicción (Cúcuta tiene su propio PAE), gracias a una inversión de más $100.283 millones.


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