En la Institución Educativa Luis Gabriel Castro, en el municipio de Villa del Rosario, se evidenció una creciente preocupación ambiental por el alto volumen de residuos sólidos generados dentro del colegio, especialmente papel y botellas plásticas.

Mientras el papel mantiene un valor comercial estable, el plástico tipo PET también conserva un valor significativo dentro de los procesos de reciclaje.
De ahí nació el proyecto ‘Petpull’ en el que estudiantes de media técnica en Manejo Ambiental, desde hace dos años  integran en sus actividades diarias el sostenimiento del medio ambiente, con las cuales también afianzan el proceso de evidente economía circular. 

Actualmente, 32 estudiantes hacen parte de esta iniciativa. ‘Petpull’ es una máquina que se encarga de convertir los residuos plásticos en filamentos que servirán de manera posterior para ser usado en impresoras 3D.

El trabajo de los estudiantes inicia con la recolección del material, parte de este ejercicio lo realizan en las instalaciones del colegio, sumado a algunos aportes que los mismos alumnos traen desde sus casas. Con este proyecto, se impacta alrededor de 3.000 jóvenes, gracias a las campañas de sensibilización ambiental que se hace con los miembros de la comunidad educativa.

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La máquina se construyó gracias a los recursos logrados por los mismos estudiantes al vender elementos, con lo que se pudo construir el prototipo de la misma. De igual manera, al ganar el ‘Reto Crece’ -a nivel nacional- y con el apoyo de la misma institución se consiguió la impresora.
Los jóvenes estudiantes destacan el compromiso con el que han sacado adelante el proyecto.

Asimismo, se sienten orgullosos del impacto que han generado en la comunidad, por esto muchos han tomado la decisión de continuar con los proyectos al terminar su etapa en el colegio. 

Los estudiantes coinciden en que es positivo ver la manera en la que las personas han dejado de tener una percepción negativa de ciertos residuos y ahora ven en ellos un uso aprovechable, que incluso puede generar dinero.

Más allá de un interés por ser reconocidos, estos muchachos esperan dar su granito de arena en la sociedad. “Quiero seguir en estas iniciativas para ser un defensor ambiental y enseñar lo importante que es nuestra naturaleza”,  afirmó uno de los educandos. 

A corto y mediano plazo, los estudiantes buscan operar de forma autónoma y consolidar el proyecto como una unidad productiva escolar. A largo plazo, la meta es convertirlo en un negocio verde, donde se enseñe a los jóvenes a generar ingresos desde la sostenibilidad y crear oportunidades laborales desde este tipo de modelos propios de la economía circular. 

Los recursos que generan son para el aprovechamiento de los mismos estudiantes, quienes los utilizan para hacer campañas de socialización ambiental.

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