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Casona del molino: patrimonio cultural de Ocaña, en el olvido
Expertos en la materia indican que es difícil canalizar recursos para arreglar ese patrimonio de interés municipal, pues nadie le quiere “meter el diente”.
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Javier Sarabia Ascanio
Javier Sarabia
Categoría nota
Sábado, 12 de Junio de 2021

La vieja casona donde funcionó el molino para triturar trigo, base de la economía de la provincia de Ocaña durante la época colonial, está en ruinas ante la mirada indiferente de los gobernantes de turno.

En ese lugar aún permanecen las piedras de moler movidas por las aguas del río Tejo y vestigios del sistema hidráulico que funcionaban como los baños públicos a principios del siglo pasado.

Expertos en la materia indican que es difícil canalizar recursos para arreglar ese patrimonio de interés municipal, pues nadie le quiere “meter el diente”.

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El líder comunal del barrio La Costa Mario Castellanos Chinchilla abandera una campaña encaminada a restaurar ese sitio con el firme propósito de impulsar la creación de un eje turístico y cultural en armonía con los espacios históricos del sur occidente de Ocaña.

Propone al mandatario local, Samir Casadiego, el diseño de un Centro de Interpretación Cultural, Agrícola, Industrial y Comercial de la región. “Este equipamiento cultural ayuda a promover un buen ambiente de aprendizaje creativo para recuperar la memoria del sector calificado por la Academia de Historia, como el lugar de más aportes al progreso y desarrollo de la región”.

Los voceros comunales gestionan la recuperación de la casona considerada como el único y último vestigio de la arquitectura con 495,5 metros cuadrados, con el fin de rescatar la edificación que aportó al comercio de la provincia de Ocaña mediante una estructura con muelas de piedras movidas por las aguas del río Tejo.

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Recuerdan, además, el primer balneario con los baños públicos donde están las piezas de ese pasado. 

La vieja casona donde funcionó el molino para triturar trigo, base de la economía de la provincia de Ocaña durante la época colonial, está en ruinas./Foto: archivo

Un parque linear 

El exalcalde y economista Luis Eduardo Vergel Prada declaró a la casona como patrimonio histórico y cultural del municipio de Ocaña, mediante decreto municipal en 1993.

“Cuando Leonel Rodríguez Pinzón fue secretario de Cultura departamental se adelantó un estudio técnico para la remodelación, pero la iniciativa no tuvo eco. También hemos propuesto un parque temático linear donde se integre el río Tejo que ha jugado un papel fundamental como epicentro industrial de la región. Además del molino de trigo, han funcionado fábricas de gaseosa, jabones y velas entre otras”, recalca.

La Fundación Caro, a través del arquitecto Alejandro Isahack Armesto Delgado, propone la creación de un ecomuseo con un componente natural a través del sistema hídrico para articular el parque linear, sin embargo, falta voluntad política.

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También existe la iniciativa de instalar un planetario, un observatorio astronómico o un centro interactivo de ciencia y tecnología.

El abogado y escritor Raúl Amaya Álvarez recuerda aquellas tardes de esparcimiento en los baños públicos, los cuales fueron clausurados en la década de los 70. “Todo ese complejo jugó papel trascendental en el desarrollo de la ciudad en torno al río Tejo. Se puede aprovechar el espacio para una biblioteca, un centro cultural, el observatorio para apreciar los atractivos naturales”, reitera.

El presidente de la Academia de Historia, Luis Eduardo Páez García, lamenta la manera como la casona está en ruinas. “Se ha propuesto un centro cultural y estudios técnicos, pero todo ha quedado en veremos. Se debe resaltar la importancia del río en el desarrollo socioeconómico de la región”, agrega.

El exalcalde y economista Luis Eduardo Vergel Prada declaró a la casona como patrimonio histórico y cultural del municipio de Ocaña./Foto: archivo

Emporio económico del pasado 

Es importante destacar que a finales del siglo XVII y comienzos del siglo XXVIII, etapa inicial del desarrollo agrícola de Ocaña, se caracterizaron los cultivos de maíz, caña y trigo en la región.

Durante la época colonial, se establece un molino hacia el sur occidente  de la ciudad a orillas del río en su margen izquierda. La técnica de la estructura se caracterizaba por utilizar el rodendu hecho en madera, rueda que propulsa la estructura que con sus peldaños y aspas hacían girar cuando el agua era desviada a su favor para que cayera en ella y moviera una de sus muelas o piedras que estaban fija al soporte. El trigo y el maíz eran cultivados en Pueblo Nuevo, Buenavista y Cimaña, indican testimonios históricos.

El Molino de agua en Ocaña funcionó hasta finales del siglo XVIII. La fabricación alcanzaba a surtir la demanda local e incluso, a ser exportado hacia la costa atlántica, según se desprende los documentos históricos.

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En 1910, el sector del molino se convirtió en balneario público y persistió como lugar de esparcimiento hasta finales de la década de 1970. Allí se construyeron unos cubículos recubiertos de cerámica que tenían una canaleta de guadua a través del cual llegaba caudalosa el agua limpia del río. 

Los fines de semana, este lugar se colmaba de visitantes que disfrutaban de un saludable baño y merendaban en una tienda bien surtida que estaba en el lugar. En 1950, en la parte superior del terreno, en una explanada, se construyó también una piscina.

Los últimos propietarios de la hacienda donde funcionó el complejo industrial fueron: Pascual Gentil, familia Duque en 1965, luego la casona la compró el señor Bolmar Alsina, y el último propietario fue el señor Manuel Julián Sarabia. La principal vía de acceso siempre fue un puente hamaca el cual debe recuperarse como parte del inmueble.

En 2007 un puente de concreto reemplazó al antiguo que comunicaba El Molino con el sector de la Favorita./Foto: archivo

En 2007 un puente de concreto reemplazó al antiguo que comunicaba El Molino con el sector de la Favorita. 

De este emplazamiento denominado El Molino solo queda la antigua casona por el cual se declara el sitio como patrimonio cultural de la ciudad de Ocaña, mediante decreto 204 de 31 de diciembre de 1993. El Molino es el último vestigio de la arquitectura de tradición laica, industrial y de desarrollo económico de la región.

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En el precinto externo o pasillo y al aire libre se observan cuatro de sus muelas o piedras. Al sur del inmueble se construyó una urbanización denominada El Molino, la cual no contextúa arquitectónicamente con el Bien de Interés Cultural de Carácter Municipal, lamentablemente, hoy presenta un estado ruinoso sin que los dirigentes de la región escuchen el clamor de los líderes comunales.

Se espera que en la carta de navegación del municipio de Ocaña, como es el Plan de Ordenamiento Territorial, se tenga en cuenta la restauración de la vieja casona que se cae a pedazos.

Se espera que en la carta de navegación del municipio de Ocaña, como es el Plan de Ordenamiento Territorial, se tenga en cuenta la restauración de la vieja casona que se cae a pedazos./Foto: archivo
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