Después de contar con más de 60 años en el territorio cucuteño, los grupos indígenas Inga y Kichwa han logrado generar ciertos lazos comerciales y sociales con una parte importante de los habitantes de la ciudad, llegando a encontrar una estabilidad que les ha ayudado a crecer como población y cultura.
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Sin embargo, esta proximidad con el ambiente de ciudad y las dinámicas vanguardistas del habitante promedio de Cúcuta, ha afectado en gran medida el interés por preservar y fomentar el conocimiento cultural y ancestral, especialmente su lengua que en varias familias de estas comunidades ha sido olvidada.
“Llegamos hace 67 años a Cúcuta para asentarnos, porque vimos una frontera de oportunidades, y en algún momento la segunda generación de indígenas Kichwa dejó de practicar ciertas tradiciones como hablar con la lengua materna nuestra, al principio no se vio como un problema, hasta que llegó la tercera generación”, explicó David Terán, gobernador de la comunidad Kichwa.
Al observar que la tarea de varias familias para transmitir la herencia de su pueblo había sido muy poca, y varios jóvenes estaban tomando la decisión de evitar sus tradiciones, especialmente por vergüenza de estar señalado como indígena, los líderes reunidos, decidieron implementar estrategias para preservar su identidad y buscar que la memoria de los Kichwa no pereciera.
“En una minga de pensamientos que hicimos en el 2015 por esta problemática, se pactaron ciertos lineamientos para que los pequeños que estaban llegando, no olvidaran sus creencias, su lengua y principios”, aseguró el gobernador de los Kichwa.
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Con el objetivo de revitalizar la identidad, la comunidad con cuatro ejes temáticos (danza, música, artesanías y lengua), empezó a impartir clases y actividades para que su cultura no pereciera. En la actualidad, gracias a la actividad muchos jóvenes, especialmente de 1 a 15 años participa activamente en la etnia, habla su lengua y comparte sus costumbres.