Los familiares de Carlos Luis Alfonso Ordoñez no creían que su ser querido hubiera sido baleado. El dolor que les produjo esa trágica noticia se reflejaba en los gritos de dolor, lágrimas y las palabras de rabia y resignación, mientras los investigadores de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) analizaban el cadáver.
Carlos Luis, quien trabajaba en una mina de carbón, habló con sus seres queridos por última vez el martes a mediodía, cuando llegó de trabajar, almorzó y a las 3:00 de la tarde salió en su motocicleta a buscar un mecánico que le reparara un daño.
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En este trayecto no se comunicó con sus familiares por WhatsApp solo hasta la llamada de una vecina alertando que al joven, de 21 años, lo habían asesinado en la cancha a las 5:30 de la tarde.
La suegra, esposa y otras allegadas salieron corriendo y al encontrarse con el cuerpo tirado en el piso, envuelto en una sábana blanca con verde, comenzaron a llorar desenfrenadamente.
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El obrero estaba boca arriba al lado de su motocicleta Suzuki Ax 100, negra, de placa XDC09, justo detrás de una malla.
Mientras los minutos pasaban, los curiosos se amontonaron a tomar fotos. Los funcionarios de la Brinho encontraron seis vainillas y dos proyectiles que son analizados por balística.
El dolor
La suegra de la víctima llegó corriendo para ver de cerca el cadáver y llorar de manera desconsolada, quince segundos después aparecieron otras dos mujeres que la abrazaron y la retiraron del sitio.
“Él era como un hijo para mí, quién habrá sido el que le hizo esto, sí él no se metía con nadie. Era trabajador, Dios mío dame fuerzas, Señor (…)”, gritaba mientras los curiosos murmuraban que el asesino, al parecer, había huido hacía un monte.
Según testigos, a Carlos Alfonso, de 21 años, lo asesinó un motociclista. El sujeto le habría disparado en seis oportunidades y al ver a la víctima en el piso, agonizante y ensangrentada, se montó en su moto y le propinó otros cinco balazos.
“Lo querían rematar, porque cuando se montó a la moto le volvió a disparar. La gente escuchó los disparos y se entró para sus casas, minutos después salieron a ver al muerto”, indicó.
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Al minero le dispararon en el cuello, una oreja, la cabeza, el abdomen y la espalda.
Una fuente judicial indicó que La Fortaleza es una zona compleja para las autoridades, pues hasta para hacer patrullaje o atender una emergencia deben llegar policías de diferentes cuadrantes “acá es difícil, la gente no dice nada, pero ya se sabe que huyeron a esconderse para el monte”, dijo.
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