“Por favor, no me mate”, fueron las últimas palabras que dijo un hombre, aún sin identificar, en la avenida 20 con calle 3 del asentamiento humano La Fe, cerca al barrio Nuevo Horizonte, antes de recibir un disparo certero en la cabeza y caer a un pozo improvisado al borde de la carretera.ass
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Cuando el reloj marcó las 4:30 de la tarde del pasado martes 6 de mayo, La Fe se convirtió en un campo de guerra. Los estruendos sacudieron la paz, los vecinos no estaban seguros de si eran disparos o estallidos de fuegos pirotécnicos, durante varias calles, un pistolero persiguió a dos hombres, apuntando y disparando a mansalva.
Eran dos los perseguidos, un hombre, no mayor a 30 años de edad, con ropa azul de vigilante y otro más joven, quien, según cuentan, recibió un disparo en el rostro, que dicen lo dejó sin tabique. Él decidió por resguardarse en un pequeño rancho de madera.
Fueron momentos de incertidumbre para la dueña de la casa, quien vio entrar a un joven totalmente desconocido, malherido y brotando sangre de su rostro. A pesar, de esperar lo peor, el peligro no la alcanzó, y el pistolero continuó la persecución al hombre vestido de vigilante. Poco después el joven escapó del asentamiento.
En tanto, la persecución continuó en la vía pública, los disparos no se detenían, y mientras el perseguido, ya malherido, corrió por un camino poco uniforme, el perseguidor siguió la carretera de tierra y lo detuvo, apuntándole directamente a la cabeza.
“¿Usted quién es, qué hace por aquí?”, dicen que escucharon algunos residentes de la zona, “Por favor no me mate”, fue la respuesta antes del estruendo de la bala.
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Un disparo directo al cráneo hizo que la víctima se desplomara de muerte sobre un pozo al lado del camino, lleno de agua por las lluvias de los recientes días. El responsable escapó, aparentemente a pie, y el silencio se tomó el asentamiento, el miedo se apoderó de los habitantes y su curiosidad fue mermada por el temor a resultar lastimados.
No fue hasta minutos después, que uno de los vecinos que más cercano había escuchado los tiros decidió salir. En principio no parecía que nada hubiera sucedido, todo estaba en completa normalidad. Al dar unos pasos llegó al pozo, a pocos metros de su casa, que en su interior, además de agua sucia con basura, estaba un cuerpo.
“Si yo no llamaba a la Policía ese cuerpo se hubiera quedado ahí por días, hasta que empezara a oler mal, nadie se asomó”, dijo uno de los residentes más cercanos al lugar de los hechos. Poco tiempo pasó hasta la llegada de las autoridades, los uniformados de la Policía Metropolitana de Cúcuta acordonaron el lugar.
De acuerdo a miembros de la zona, fue un momento de bastante tensión y hermetismo, la población se aglomeró alrededor de la cinta de precaución, mientras los policías recopilaban información, y unidades del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), sacaron el cuerpo ya sin vida.
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Nadie lo conocía
Al salir y quedar su rostro expuesto ningún miembro de la comunidad lo reconoció, ni se le encontró documento de identificación alguno, quedó en un misterio la víctima, el atacante, y en general los hechos.
El móvil detrás de este suceso, que dejó un muerto y un herido, sigue siendo materia de estudio, una de las hipótesis habla de una disputa territorial, en una zona que recientemente se ha visto golpeada por hechos de sangre.
Las localidades cerca de Nuevo Horizonte han registrado un incremento notorio en ataques a mano armada, este es el quinto homicidio en apenas 16 días. El 4 de mayo, Cristian Tamayo fue ultimado a bala en el barrio El Porvenir, en el hecho además quedó otro herido. Dos días antes, en Minuto de Dios, Asdrúal José Rodríguez fue asesinado, y de igual forma quedó otra persona herida.
En los últimos días de abril se inició esta racha, el 29 fue asesinado Héctor Vergel en el sector El Tunal. Y el 23 de ese mismo mes, un nombre sin identificar murió tras ser atacado en el asentamiento Juan Pablo II.
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