El brutal asesinato de Rafael Salazar, conocido como el Coyote, que sucedió en el sector Pedro Páez del barrio Carretera Central, conmocionó a Ocaña por la violenta naturaleza del hecho y por la sospecha de que el victimario habría sido su propio hermano.

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Apenas horas después del caso, ocurrido el pasado viernes en la noche, Ramiro Salazar Rangel se entregó voluntariamente a las autoridades como responsable del asesinato, presuntamente producido en medio de una discusión por una herencia.

A Ramiro le imputaron los cargos de porte ilegal de armas de fuego y homicidio agravado, sin embargo, el hombre de 66 años, no aceptó los cargos.

Los hechos

Cerca de las ocho de la noche de ese día, varios familiares llegaron al taller de Salazar, de 60 años, quien era conocido por ser soldador, buscándolo luego de no tener noticia de él por horas. El establecimiento comercial estaba cerrado, por lo que forzaron la puerta tras varios intentos, encontrando la macabra escena, Coyote estaba tendido en el suelo, con un orificio de bala en la mandíbula, ya sin vida.

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Mientras el caos se adueñó de los testigos, algunos optaron por grabar, otros pedían auxilio, pero no había nada que hacer, el crimen se había dado al interior del taller, aproximadamente cuatro horas antes, según testigos que oyeron estruendos, pero pensaron que se trataban de motocicletas modificadas.

Desde el primer momento, la esposa de la víctima apuntó a un responsable y a un móvil: su hermano en medio de un conflicto por una herencia dejada por el papá de ambos.

“Qué tristeza y dolor siente mi corazón, que tu propio hermano te haya arrebatado la vida por la avaricia y la envidia, dejando un hogar sin esposo y a un niño sin padre”, publicó en Facebook la viuda.

Al parecer, motivado por la herencia que les había dejado, el taller donde ambos trabajaban, y por el cual discutían frecuentemente a la hora de repartir las ganancias, según allegados.

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