Arley, vistiendo una camisilla negra, con una pantaloneta y chanclas, quedó sentado en una silla blanca justo al frente de su casa, bajo la sombra de un árbol. Era una escena casi rutinaria para sus vecinos del barrio Buenos Aires, aunque en la tarde de ayer, 10 de diciembre, había algo fuera de lo normal, sangre brotaba de su cuerpo.
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Pues el hombre había recibido varios impactos de bala en distintas partes del cuerpo, fue víctima de un ataque armado que acabó con la vida de este hombre, de aproximadamente 30 años, sobre las 3:30 de la tarde.
El hecho ocurrió en la esquina de la calle 29 con avenida 9, donde vivía David Arley Hernández Rodríguez, en una casa blanca junto con su mamá. Según cuentan, casi todas las tardes, después del almuerzo salía a sentarse en el andén.
No había música, apenas y saludaba algunos vecinos que pasaban, no hacía nada en especial más que ver la vida pasar, hasta que ayer la perdió. Pues fue por la avenida 9, que llegó una moto con dos sujetos, quienes arribaron por su costado izquierdo, sin que Arley se diera cuenta.
El parrillero disparó desde el vehículo a mitad de la carretera, los impactos conectaron al hombre y lo mataron en el acto, fueron cinco disparos ahí y un tiro de gracia que llegó luego de que el pistolero se bajara de la moto, caminara un par de pasos para confirmar el trabajo.
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El asesino regresó al vehículo y escaparon a un rumbo desconocido. En tanto, vecinos del hombre se asomaron para verlo allí sentado, aparentemente normal, pero sangre empezó a caer de la silla y enrojecer el andén.
Pronto las autoridades fueron alertadas y una patrulla de la Policía llegó para atender la situación. La Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho), fue la encargada de hacer el levantamiento del cadáver e iniciar la investigación. Se indagará en el pasado del hombre para tratar de esclarecer los hechos detrás de este homicidio.
Del hombre se conoció que en ocasiones ayudaba a su mamá en su labor haciendo manualidades para tratar de conseguir el sustento para una familia reconocida del sector que lleva toda la vida viviendo en el sitio.
Ahora, en esa esquina en la que hace apenas tres días vivieron un momento de esperanza y unión, celebrando el Día de las Velitas, el rojo de la sangre es un recuerdo amargo de un ataque armado que acabó con una vida.
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