La docente Betty Judith Arévalo Casadiego, de 63 años, camina lentamente, apoyada de su bastón y a cada lado va un miembro del Gaula de Norte de Santander, los mismos que vio la noche del martes, cuando un gran número de uniformados de la Policía y el Ejército llegó hasta una vivienda de la vereda Capitanlargo, en Ábrego, para rescatarla de la disidencia del Frente 33 de las Farc.
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En su rostro refleja tranquilidad, cansancio y alegría. No se cansa de agradecerle a las autoridades por “el excelente” operativo que le permitió regresar a la libertad, luego de pasar nueve días en cautiverio, en precarias condiciones y soportando malos tratos psicológicos, bajo intimidaciones y amenazas de muerte.
“Siempre me decían (los captores) que si no pagaban la plata me iban a disparar, o que iban a traer a mi familia para matarla”, recordó la recién rescatada.
Confiesa que no dejó de pensar en su familia durante cada segundo que pasó encerrada en una pequeña habitación, en una zona montañosa, hasta donde la llevaron sus secuestradores.
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Cuatro hombres y una mujer la custodiaban en la vivienda. Arévalo se convirtió en una presa apetecida por este grupo armado ilegal, luego de arrendar su finca en Ábrego a una empresa alemana, donde se proyecta construir el Parque Solar Los Girasoles, que se convertirá en un atractivo turístico para la región.