Sin posibilidad de tener espacios para reuniones de rehabilitación, sometidas a cuarentenas y confinamientos, muchas personas en Táchira terminaron recayendo en el alcoholismo desde que comenzó la pandemia en el 2020.
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La organización Alcohólicos Anónimos que brinda ayuda a las personas que se encuentran pasando por la enfermedad de alcoholismo, en 23 puntos de encuentro en la entidad fronteriza de Venezuela, desde hace 60 años, tuvo que cerrar sus puertas por más de un año desde que comenzaron las restricciones para evitar la propagación de la COVID-19.
Los voluntarios y personas con necesidad de ayuda, tuvieron que adaptarse a la comunicación, desahogo de sus emociones y problemas derivadas de la enfermedad, solo de forma virtual, algunos de los pacientes ni siquiera pudieron acceder a estas charlas de ayuda, por carecer de dispositivos digitales e Internet.
El alcoholismo es una enfermedad crónica caracterizada por la ingesta descontrolada de alcohol, por la incapacidad de controlar el consumo debido a una dependencia física y emocional.
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Gabriel Peña, coordinador de la oficina de intergrupos del Táchira de Alcohólicos Anónimos, situada en la Quinta Avenida de San Cristóbal, en el edificio Los Mirtos, explicó que el alcoholismo es una enfermedad que puede ser arrastrada por los genes y generada por familias disfuncionales.
Las estimaciones sobre el incremento del consumo en la entidad, están por el orden del 30 por ciento, sobre todo porque algunas personas afectadas se llevaron el licor a sus casas y tentaron a otros miembros de sus familias, indicó Peña.
“El alcoholismo puede generar suicidio, homicidios, accidentes de tránsito, abandono familiar”, expuso Peña, de ahí que Alcohólicos Anónimos es una alternativa enfocada en ayudar a las personas a salir del consumo descontrolado de las bebidas alcohólicas, reforzando la espiritualidad de las mismas.
Las reuniones se han extendido a varios municipios de la entidad, entre ellas a la población de Ureña, y próximamente esperan llegar a San Antonio, donde existe una gran necesidad.
Además es importante precisar que a las reuniones solo asisten las personas afectadas, las cuales intercambian experiencias, sin que sus identidades sean reveladas.
A nivel regional más de 300 personas acuden regularmente a la organización sin fines de lucro, y sin costos para los voluntarios.
“Cuando yo fui a la primera reunión de Alcohólicos Anónimos y me declaré como un enfermo alcohólico, yo pensaba que estaba hablando de mí, pero no, es que todos los que vamos a esas reuniones tenemos el mismo problema, por eso logramos que con esas terapias tele dirigidas cada uno se levante, exprese lo que siente y por lo que está pasando”, relató Peña.
Las familias de los bebedores son las que más sufren las consecuencias, refirió el coordinador, por ello, la importancia de que los allegados de las personas enfermas puedan orientarlos sobre la posibilidad de rehabilitación. Pero sobre todas las cosas, es la misma persona afectada la que debe aceptar la derrotada por el alcohol.
“El fondo lo lleva a uno al hospital, a la cárcel o al cementerio”, comunicó el coordinador, y en el Táchira de algún modo pudiera estar influyendo también la situación país, al haber mayor ocio.
Hombre y mujeres sumergidos en el alcohol
Gabriel Peña indicó que en la entidad pese a que se notan más mujeres consumiendo bebidas espirituosas en las licorerías, los hombres son los que suelen buscar más ayuda en los grupos; pero tanto hombres como mujeres están casi a la par afectados por el consumo de alcohol.
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