

Como ocurre en toda guerra de gran escala o en conflicto armado las fuerzas en contienda prueban nuevos armamentos o tácticas tecnológicas de combate, todas ellas efectivas en el campo militar, pero altamente sanguinarias contra la población civil.
Tristemente al Catatumbo lo surcan hoy los drones improvisados que arrojan granadas de mortero sin importar que en la mayoría de las incursiones caigan inocentes y lo cruzan vehículos con blindajes artesanales y acondicionados con armamento para atacar al que esas organizaciones consideren sus enemigos.
Mientras el Estado siguió perdiendo territorio y la fuerza pública transita por una cuerda floja para lanzar ofensivas por aquello de los ceses del fuego y la orden superior de suspender operaciones, la disidencia de las Farc y el Eln incrementan su poderío.
Que aparatos voladores portando proyectiles explosivos hagan parte del arsenal conlleva una siniestra hostilidad hacia los niños en la escuela, a las madres en el hogar y a los agricultores en el campo, población indefensa y desprevenida sobre la que en cualquier momento le puede caer la muerte desde el cielo.
¿Hasta los cuántos muertos hay que esperar para que se le den alas a un operativo antidrones asesinos?, lo anterior desde el frente de los antidrones y los inhibidores, las labores de inteligencia y las denuncias ante la justicia colombiana y la comunidad internacional.
A dicha amenaza silenciosa hay que ponerle cuidado puesto que puede llegar a tener efectos insospechados y desastrosos para la flaqueante seguridad, porque bien podrían llegar a ser usados para atentados terroristas o en grandes ‘emboscadas desde el cielo’ contra las tropas.
Hay que aprender de la guerra Ucrania-Rusia, a los soldados, policías y oficiales ahora prepararlos contra ese nuevo enemigo volante, al igual que debe ser prioritario buscar, capturar y llevar ante la justicia a los instructores en el uso de esta letal arma que bien puede encajar dentro de las minas antipersonal, prohibidas por el Tratado de Ottawa.
Permitir que el conflicto escale hasta consolidarse en esos niveles de degradación tendrá un costo muy alto para los colombianos y una ganancia extraordinaria para los denominados grupos armados organizados y sus socios como lo son los carteles mexicanos y venezolanos del narcotráfico.
Con esos ‘asesinos voladores’ manejados a control remoto ya se está infundiendo terror entre los pobladores al notar que quienes han muerto son personas de la tercera edad, lo cual puede tener intenciones ocultas como las de presionar que abandonen sus tierras para ellos proceder al despojo.
La vulnerabilidad generada por el nuevo método violento –que es violatorio del Derecho Internacional Humanitario- y recorre el Catatumbo, también debe preocupar a Cúcuta y demás municipios de Norte de Santander que dentro de su componente de lucha por la seguridad ciudadana tienen que considerar esa amenaza de terrorismo.
El capítulo de los drones elenos y de los drones disidentes metafóricamente hicieron impacto en la Paz Total al dejar marcada históricamente a esta política del presidente Gustavo Petro como la propulsora de que en el caso específico del Catatumbo las dos agrupaciones armadas cuenten con comandos especializados en esa tecnología que les ofrece ventaja táctica y de precisión en sus incursiones con artefactos explosivos.
Destacado:
Mientras el Estado siguió perdiendo territorio y la fuerza pública transita por una cuerda floja para lanzar ofensivas por aquello de los ceses del fuego y la orden superior de suspender operaciones, la disidencia de las Farc y el Eln incrementan su poderío.
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