Las jornadas conocidas como ‘papatón’ y ‘fresatón’ en las que campesinos provenientes de distintos municipios de Norte de Santander llegan a Cúcuta a vender directamente lo producido en sus fincas, ha dado paso a un debate sobre el impacto que puedan tener estas iniciativas en la economía local.
Los agricultores aseguran que últimamente han optado por vender en las calles porque es la única forma en la que reciben un pago justo por su trabajo sin tener que recurrir a intermediarios que regularmente no pagan lo necesario para suplir los gastos que representa el cuidado de la tierra.
No obstante, algunos mayoristas de la Central de Abastos (Cenabastos) advierten que la dinámica de estas actividades recientemente se ha desviado e impactado tanto en sus ventas como en la imagen de estos compradores mayoristas.
La visión de los mayoristas
Carlos Gómez, comerciante mayorista de la central, asegura que la situación se ha salido de control. Según explica, no todos los que se han integrado a estas jornadas cumplidas en diferentes puntos de la ciudad y el área metropolitana son productores auténticos. “Las segundas personas se aprovechan. Madrugan a comprar barato acá, entre $20.000 y $25.000 el bulto y luego van a revenderlo a $40.000 o $50.000. Eso nos perjudica tanto a nosotros como al propio campesino”, argumenta el mayorista.
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De igual manera dice que los minoristas que normalmente compraban en la central, prefieren comprarles a estos vendedores porque piensan que en la central mayorista está caro, cuando no es así.
Según Luis Antonio Sarmiento, quien también desarrolla sus actividades en la central cucuteña, hay un impacto significativo en las ventas que los ha llevado a replantear los precios del bulto de papa. “Nos ha tocado bajar precios a $15.000 o $20.000 el bulto, cuando normalmente se vendía a $25.000. Ya hemos tenido pérdidas“, es el lamento del comerciante del tubérculo.
Los propios productores
Félix Delgado, agricultor proveniente del corregimiento La Laguna, del municipio de Mutiscua, quien el día de ayer vendió papa y fresas en inmediaciones de la Plaza de Banderas considera que negociar directamente sus productos deja un mejor margen de ganancia, porque el valor al que son pagadas las cargas no cumple con lo esperado para solventar el proceso de producción.
Delgado, ve con preocupación que presuntamente haya personas que se hacen pasar por campesinos para también comercializar en la ciudad, los cultivos que ellos traen desde sus parcelas.
Del mismo modo resalta que las autoridades locales les han permitido traer sus productos “Nos han dejado vender sin ningún obstáculo, pero nos recomiendan que traigamos fresita y papa que es lo que está en cosecha”, indica a manera de aclarar que no buscan perjudicar a los comerciantes locales.
Uno de los productores de fresa que acompañó a Félix, hizo un comparativo entre los precios que reciben de los mayoristas en la central de abastos por el kilo de fresa y a cómo la pueden vender ellos mismos en la ciudad. “Allá nos pagan a $2.500 o $3.000 el kilo. Aquí se puede vender a un precio más justo. No nos hacemos ricos, pero al menos alcanza para pagar insumos y obreros”, precisa.
Sin embargo, alude que no toda la carga se queda en las ‘fresatón’ porque más de la mitad del total de cargas sigue siendo enviadas a Cenabastos y el restante sí se vende en las calles.
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